Desde un comienzo, el rol de Irina Karamanos dentro del Gobierno del Presidente Gabriel Boric fue una incógnita. Si bien, cumplió su promesa de reformular el rol de la primera dama, hoy la militante de Convergencia Social está más bien alejada de La Moneda, debido a su ruptura con el Mandatario.
Una vez confirmada su separación con el jefe de Estado, Karamanos ha dado una serie de declaraciones sobre cómo ejerció su cargo en los meses que trabajó en el interior del Ejecutivo, y esta vez, en conversación con la revista Vein, la antropóloga confesó que “solamente usé el poder para ir desarmándolo”.
Pese a estos dichos, Karamanos también señaló que su cargo como primera dama lo tomó “con mucha responsabilidad” y que “estaba muy atenta, tensa e incómoda con tener poder”.
“Tengo una convicción democrática muy fuerte, entonces yo misma consideraba que era ilegítimo estar allí por más tiempo de lo estrictamente necesario. Me iba dando cuenta de lo mucho que se puede hacer con esa posición jerárquica y a la vez decidía no usarla; solamente usé el poder para ir desarmándolo”, agregó.
En este sentido, aseguró que su trabajo dentro del Gobierno fue muy “agotador” y que “dejé de lado el tiempo libre, por supuesto, mi carrera profesional, cualquier tipo de pasatiempo. Usé todas las herramientas que tenía para adaptarlas a la nueva misión (…) Lo único que traté de no dejar de lado era mi personalidad, mi criterio y mi relación afectiva con el Presidente, porque a muchas personas de mi entorno las dejé de ver por un año”.
“Hubiera sido más fácil simplemente seguir la corriente como cualquier figura política que quiera promocionarse a sí misma y armar una carrera, pero honestamente yo además de no buscar eso, jamás me alumbraría desde la sombra de una pareja”, indicó.
“Mi oficina era de un lujo que me sorprendía”
Por otro lado, Karamanos resaltó que su “oficina era de un lujo que me sorprendía todos los días, los otros equipos le decían Versalles”. Además, comentó que una de las cosas que más le llamó la atención en su paso por La Moneda es que “tres pisos más abajo, exactamente debajo de mi oficina, está la lavandería del Palacio, que no tiene ventanas, donde trabajan mujeres hace décadas, de quienes se conoce poco”.
“Creo que la jerarquía simbólica de los espacios del Palacio es muy fuerte. Vivimos en un país muy desigual, socioeconómicamente hablando, y la apariencia ha sido un tema en la cultura chilena muy fuerte. Uno demuestra cosas con esa apariencia, demuestra poder, demuestra jerarquía. Y el Palacio replica eso de una manera muy tajante”, dijo.