De mirada en menos a ganadora del Nobel de Medicina: La científica inmigrante que ayudó al desarrollo de la vacuna contra el Covid-19
Para poder lograr el financiamiento para o para su trabajo con el ARNm mensajero, técnica que hoy permitió el desarrollo de las vacunas contra el coronavirus, Katalin Kariko, investigadora húngara, debió aceptar un trabajo de menor reputación en un laboratorio de EE.UU. para poder mantener su visa.
Este lunes, la bioquímica húngara Katalin Karikó y el investigador estadounidense Drew Weissman ganaron este lunes (02.10.2023) el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el ARN mensajero que abrieron la vía para el desarrollo las vacunas contra el covid-19.
Los científicos fueron distinguidos por “sus descubrimientos sobre las modificaciones de las bases nucleicas que permitieron el desarrollo de vacunas efectivas contra el covid-19”, indicó el jurado.
“Los ganadores contribuyeron al desarrollo a un ritmo sin precedentes de una vacuna durante una de las mayores amenazas para la salud de la humanidad en los tiempos modernos”, agregó.
Los galardonados descubrieron que el ARNm con base modificada se puede utilizar para bloquear la activación de reacciones inflamatorias y aumentar la producción de proteínas cuando el ARNm se administra a las células.
Ambos publicaron sus resultados “en un artículo fundamental de 2005 que recibió poca atención en ese momento, pero sentó las bases para desarrollos de importancia crítica que han servido a la humanidad durante la pandemia de covid-19”.
Los investigadores recibirán un diploma, una medalla de oro y un cheque de casi un millón de dólares de manos del rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, en una ceremonia solemne en Estocolmo el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel, que creó los premios en su testamento.
¿Quién es Katalin Karikó? La bioquímica que paso de ser mirada en menos a ganar el premio Nobel de Medicina
Karikó, de 65 años, pasó gran parte de la década de los 90 escribiendo solicitudes de subvención para financiar sus investigaciones sobre el “ácido ribonucleico mensajero”, moléculas genéticas que le dicen a las células qué proteínas producir, esenciales para mantener nuestros cuerpos vivos y saludables.
Ella creía que el ARNm era la clave para tratar enfermedades en las que tener más proteínas del tipo correcto puede ayudar, como en la reparación del cerebro después de un accidente cerebrovascular.
Pero la Universidad de Pensilvania, donde Karikó estaba en camino de obtener una cátedra, decidió desvincularse del proyecto después de que se acumularan los rechazos de subvenciones. “Estaba lista para un ascenso, y luego me degradaron y esperaban que saliera por la puerta”, dijo.
Esto era muy complejo para la bioquímica, quien no tenía la tarjeta verde para permanecer legalmente en el mercado laboral y necesitaba un trabajo para renovar su visado. También sabía que no podría enviar a su hija a la universidad sin el considerable descuento para el personal del centro.
Ante este escenario, la bioquímica comentó que “pensé … ya sabes, la mesa (del laboratorio) está aquí, solo tengo que hacer mejores experimentos”. La experiencia dio forma a su filosofía para lidiar con la adversidad en todos los aspectos de la vida. “Hay que pensar bien y después tienes que decir ‘¿Qué puedo hacer?’ Así no desperdicias tu vida”, explicó.
Su esfuerzo obtuvo grandes resultados, debido a que su hija Susan Francia logró ir a la Universidad de Pensilvania, donde obtuvo una maestría y ganó medallas de oro con el equipo olímpico de remo de EE.UU. en 2008 y 2012.