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A los 91 años murió el artista colombiano Fernando Botero

Foto: Mondadori via Getty Images Foto: Mondadori via Getty Images

Aún no se ha revelado la causa de su muerte, pero se informó que llevaba varios días con problemas de salud.

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15 Septiembre, 2023

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El artista colombiano más reconocido mundialmente, que llevó su arte a todas las latitudes, fue Fernando Botero. Pintor y escultor que hoy murió a los 91 años.

De acuerdo a lo informado por El Tiempo, el artista llevaba varios días con complicaciones de salud.

Reconocido por sus pinturas y esculturas en formato gordo, el mismo Botero había dicho que le gustaba trabajar con el volumen y su tenacidad, talento y entrega, lo hicieron disfrutar de su éxito en vida, como les pasa a pocos artistas.

Hijo de un arriero que murió cuando él tenía 4 años, contaba que su madre tuvo muchas dificultades para mantenerlo a él y sus dos hermanos. En una entrevista en la revista Diners confesó sobre aquella época de su vida que “cuando falta plata no se puede hablar de una infancia feliz”.

El arte en su vida llegó casi por casualidad. Cuando tenía 15 años, estudiaba para ser torero y comenzó a vender dibujos a la salida de la plaza La Macarena teniendo como inspiración a el cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis.

Al poco comenzó a trabajar como ilustrador del diario El Colombiano y con lo que ganaba se pagaba el colegio, donde no era bien mirado por pintar desnudos y escribir sobre marxismo. Fue expulsado por el sacerdote Félix Henao, que le daba nombre al establecimiento. Años después, el nombre del liceo cambió al de Fernando Botero, reconociendo su aporte. Algo que le daba risa al pintor.

Dedicarse a sus dibujos terminando el colegio, fue una decisión difícil. Como él mismo contó, su madre le dijo que se moriría de hambre y además, “en Colombia ser artista era como ser el bobo del pueblo”, dijo alguna vez.

Con la determinación que lo caracterizaba, partió a Europa y llegó a Madrid en 1952 donde vendía dibujos en la calle. Con lo poco que ganaba, se fue a Italia y entró a estudiar a la Academia de Bellas Artes de Florencia y, como contaba, pasaba mucho tiempo ahí “porque daban materiales gratis y porque había calefacción”.

Llegar a sus famosas “gordas” se dio, como cuenta su hijo, cuando un día que pintó una mandolina, en vez de pintar el agujero de al medio del tamaño normal, decidió hacerlo más chico y desde ahí nunca dejó de trabajar con el volumen.

Retratando lo cotidiano de su vida en Colombia, pintó mujeres, frutas, instrumentos y casi todo.

Pero la vida golpeó al artista. Un día de 974 cuando estaban de vacaciones familiares, en un viaje en auto, tuvieron un accidente y su hijo Pedro, de 4 años, murió instantáneamente y él, perdió la falange de su dedo meñique derecho. Después del accidente estuvo meses encerrado en su estudio en París solo pintando a su hijo fallecido. De ahí salió el que el pintor decía, era su mejor cuadro, Pedrito andando a caballo que está en el Museo de Antioquia.

Filántropo y comprometido con la cultura, donó muchas de sus obras a universidades y muchas otras las conservaba él diciendo que eran las mejores.

Se dice que tiene guardadas más de 300 entre pinturas y esculturas en distintas bodegas de varios países.

Habrá que esperar a ver qué pasa con todo ese legado desconocido del gran artista colombiano.

Reconocida es su escultura de un caballo que está afuera del Museo de Arte Contemporáneo (MAC).

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