El 27 de febrero de 2010 se registró uno de los terremotos más grandes en la historia de Chile. En dicho día, muchas personas recuerdan que en medio de la oscuridad vieron destellos en el cielo.
Esto también quedó en la mente de Jilberto Zamora, académico del Departamento de Ciencias Físicas de la Universidad Andrés Bello e investigador asociado del Instituto Milenio SAPHIR, quien comenta que dicho desastre natural impulsó una investigación que buscó analizar esto.
Durante un viaje a Rusia un par de años más tarde, le comentó sobre su experiencia en el 27F a Piotr Homola, experto en rayos cósmicos. “Evidentemente había sido un fenómeno electromagnético, porque es luz, y la luz es una onda electromagnética. Entonces le pregunto, ¿qué pasará con los rayos cósmicos?”, recordó a Qué Pasa.
Los descubrimientos
“Observation of large scale precursor correlations between cosmic rays and earthquakes with a periodicity similar to the solar cycle” (“Observación de correlaciones precursoras a gran escala entre rayos cósmicos y terremotos con una periodicidad similar al ciclo solar”, es español) se llama el paper iniciado en 2016 por el Instituto de Física Nuclear de la Academia de Ciencias de Polonia (IFJ PAN) en Cracovia.
Esto también fue desarrollado por el proyecto internacional CREDO (Cosmic Ray Extremely Distributed Observatory) y fue publicado en el Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics.
Las principales conclusiones que hallaron los científicos que participaron del estudio es que hay un vínculo entre los cambios en el flujo de los rayos cósmicos secundarios que llegan a la tierra y la sismicidad de la tierra, sin embargo, no logró encontrar una explicación de esto.
“Se puede suponer que tal resultado podría ser la prueba de una posible conexión entre los mecanismos físicos responsables de los cambios en el dínamo de la Tierra y los terremotos”, comentó Azmora, quien además es uno de los fundadores del proyecto CREDO, aunque agrega que “es muy interesante, porque es un fenómeno que no estaba correlacionado”
Debido a este descubrimiento, señala el científico, se abre una serie de investigaciones que se podrían realizar para estudiar este fenómeno y los terremotos.
¿Cómo se produce?
Una de las hipótesis del estudio es que esto se produce debido al núcleo de la Tierra que es una especie de hierro fundido, gigante y líquido, que toda en todo momento. “Al girar el núcleo de hierro, se generan corrientes eléctricas gigantes, las que a su vez generan el campo magnético que rodea a la Tierra”, agregó Zamora.
Esto es un escudo para la Tierra y la protege de las partículas cargadas eléctricamente que provienen desde fuera del planeta, llamados rayos cósmicos y en su mayoría provienen desde el Sol.
Sin embargo, hay algunos rayos que llegan hasta la superficie de la Tierra, estos son llamados rayos cósmicos secundarios, mientras que los primarios son aquellos que alcanzan la alta atmósfera y luego se desintegran.
“El flujo de rayos cósmicos secundarios que se puede medir en un punto sobre la Tierra tiene una periodicidad bien conocida, dado los ciclos magnéticos solares”, comentó Jilberto Zamora, agregando que “Lo que hicimos, grosso modo, fue revisar los datos de ocurrencia de los terremotos y los contrastamos con los datos de flujo de rayos cósmicos y, aunque parezca magia, como dos semanas antes de un evento sísmico observamos anomalías importantes en el flujo de los rayos cósmicos”.
Sin embargo, detalla, aunque los científicos pudieron determinar, que luego de que se registraran anomalías en el flujo de rayos cósmicos secundarios se iba a producir un sismo cercano a los 4 grados, pero sin poder saber en qué lugar iba a suceder. “El problema es que no sirve como herramienta predictora porque es un fenómeno global”, comentó el investigador.
La importancia de los hallazgos
Cuando una investigación llega a un nivel de confianza estadística tal que la posibilidad de que los hallazgos sean solo una casualidad sean de uno en un millón, esto se cataloga como un descubrimiento por la ciencia. En este estudio alcanzaron los 6 sigma.
Para lograr este hito, analizaron cientos de datos de rayos cósmicos de todo el mundo, comparándolos con los datos de estaciones sismográficas.
Sin embargo, esta investigación continúa. “Actualmente, en el laboratorio del Centro Teórico Experimental de Física de Partículas, CTEPP UNAB, estamos desarrollando nuestros propios detectores de rayos cósmicos secundarios para incrementar los datos disponibles en Chile y verificar localmente esta correlación”, concluyó Zamora.