Hace uno 15.000 años los primeros migrantes en América se desplazaron desde el norte al sur del continente en el Pleistoceno tardío, esto se respalda por los primeros vestigios de humanos en lo que hoy se conoce como centro- su de Chile. Sin embargo, aún no está claro cómo los múltiples ancestros interactuaron ni las rutas hacia sus destinos. Es por eso que un reciente estudio se propuso identificar estas incógnitas, con un punto inicial en la contextualización de las ascendencias mapuches y sus raíces prehispánicas.
Dicho estudio fue dirigido por la Universidad de Zúrich (UZH) y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, además contó con científicos de diferentes disciplinas, donde participaron los académicos de la Escuela de Antropología de la Universidad Católica, Felipe Martínez y Roberto Campbell, quienes buscaron reconstruir la ascendencia genética de los mapuches desde sus inicios en el continente.
Además, en la investigación se estudiaron datos lingüísticos, históricos y arqueológicos, compararon los perfiles genéticos de 64 personas mapuches que participaron junto a muchos otros pueblos de América y restos de ADN de excavaciones arqueológicas.
En este sentido, Felipe Martínez, quien además es director de la Escuela de Antropología de la Universidad Católica, destaca que durante el estudio se tomó en cuenta la participación de los pueblos. “Es decir, después de haber analizado los datos, las investigadoras principales regresaron a Chile y generaron instancias de encuentro y conversación con las comunidades sobre los resultados. También, la combinación de disciplinas que confluyen en este estudio aportan una mirada innovadora sobre el pasado y el poblamiento de Chile”, dijo a Qué Pasa.
Primeros resultados
Entre los principales hallazgos del estudio se descubrió por dónde entraron las primeras migraciones de poblaciones. “Ingresaron a Sudamérica por primera vez hace más de 12.000 años; a esto se le llamó SNA1 (south native american). Luego, ingresa SNA2; de aquí derivan las poblaciones andinas -quechuas, aymaras, atacameños- y amazónicas, y del centro sur de Chile, los mapuches”, comentó Martínez.
Además se pudo aclarar algunas dudas respecto a si el reemplazo poblacional había generado una supuesta integración de innovaciones culturales o tecnológicas en la región. “Ahora, en cambio, se observa que no, que existe una continuidad de la población que llega hace cinco mil años, o quizá antes, permaneciendo en la zona centro sur. No es la misma cultura, claro, no son los mismos mapuches que existen hoy, la cultura cambia en el tiempo, pero son sus ancestros poblacionales”, agrega Martínez.
“Comparamos el perfil genético de los participantes de ascendencia mapuche con datos de muchas otras poblaciones de América, incluido ADN antiguo procedente de excavaciones arqueológicas”, explica Epifanía Arango-Isaza, estudiante de doctorado de la UZH, autora principal del estudio, agregó Arango-Isaza.
El origen de los mapuches
En la investigación, cuenta Martínez, se pudo constatar que hay una ancestría propia en la región centro-sur del país que es generada por la continuidad de una ola migratoria muy temprana (SNA2) que es compartida por el pueblo Mapuche y que es seguida por un aislamiento relativo. “Esto excluye la idea de un desarrollo regional panandino extensivo, excluye una fuente poblacional externa para los cambios asociados con la adopción de la alfarería y los cultivos en Chile centro-sur durante el Holoceno Tardío y se corresponde con el estatus del mapudungun y de la extinta lengua chono como lenguas aisladas”, explica.
Felipe Martínez también dice que en la búsqueda de los orígenes de los mapuches, se dieron cuenta que los pueblos originarios cuentan con una identidad bastante parecida entre sí. “En la mayoría de los casos no podemos diferenciar genéticamente si se trata de ancestros mapuche, aymara, rapanui, atacameño, quechua, colla, chango, diaguita, kawésqar, yagan, selk’nam u otro. Lo importante es comprender, por una parte, que para los chilenos que no son pertenecientes a pueblos originarios, esa ancestría genética no te convierte en miembro de un pueblo originario, porque como señalé antes, la ancestría genética no determina la pertenencia cultural; la identidad es una cuestión cultural, no genética”, manifestó.
En este sentido, Martínez comenta que si bien, no todos los chilenos son mapuches o se reconocen con ascendencia de un pueblo originario, la mayoría de los chilenos tienen ascendentes de algún pueblo originario.
“Sí debería enseñarnos la importancia cultural que tienen los pueblos originarios para la conformación de nuestra nación. Los pueblos originarios han tenido una relevancia muy grande en la formación de la población chilena, hemos heredado muchas costumbres, palabras, dichos, comidas, pero aunque no siempre sabemos reconocerlas, están presentes, aportan y construyen nuestra chilenidad, al igual que lo hacen – por ejemplo – la ascendencia española u otras. Hasta hace 20 años atrás, la herencia indígena – cultural y genética – era invisibilizada. Pero hoy en día hemos aprendido que tienen un valor superlativo, es imborrable. Por eso debemos valorarla, cuidarla y permitir que se exprese”, considera Martínez.
Origen genético
“Muestra el increíble potencial de los estudios interdisciplinarios para comprender nuestra historia pasada. Este ha sido el camino tomado, por ejemplo en Europa, para investigar el origen de los pueblos indoeuropeos, considerando el aporte de la arqueología, la lingüística, la genética, entre otras disciplinas”, dice Campbell.
Con estos resultados se ha podido confirmar la existencia de la continuidad poblacional desde hace, al menos, cinco mil años atrás. “Sumado a esto, es muy relevante aclarar que no se debe confundir la señal de ascendencia genética con la cultura e identidad como las conocemos hoy día. La genética no define ni determina esos elementos. La ancestría genética no determina la pertenencia cultural. La identidad es una cuestión cultural, no biológica. Entonces, existe una diferencia entre lo que nosotros llamamos ancestría o ascendencia genética, versus la ancestría o ascendencia cultural, que puede ser interpretada como linaje cultural y que sí define si eres parte o no de una cultura”, comenta Martínez.
Los Andes como vínculo
Los investigadores dieron a conocer que los Andes Centrales son el principal vínculo genético, incluso previo al la llegada del Imperio Inca. Gracias a esto, cultivos domesticados, como las papas, además de una parte del quechua al mapudungun, se extendieron hacia el sur.
Pero, estos orígenes llegan aún más al sur, ya que se pudo identificar algunos genes, como los pehuenches de los Andes, lafkenche de la costa y huilliche de la isla de Chiloé están unidas, aunque los huilliches mantienen su origen genético en el extremo sur, lo que podría asociarse a la estructura genética originaria presente en zonas como Chiloé, donde habitaron los chonos.