La migración hacia Chile ha aumentado progresivamente en los últimos años, la cual ha estado marcada por las intenciones de mejorar la situación económica o por tener un familiar en el país.
Según cifras de Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Departamento de Extranjería y Migración, en 2002 había 184.464 personas de otra nacionalidad en el país, número que llegó a 746.465 en 2017 y a cerca de 1,5 millón a fines de 2022.
Ante esto, el Centro Nacional de Estudios Migratorios (Cenem) de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, junto al Instituto Católico Chileno de Migración (Incami), realizaron el estudio “Búsqueda del Primer Empleo de la Población Migrante en Santiago de Chile”, con el cual se buscó conocer los primeros acercamientos laborales de los migrantes cuando llegan al país.
La investigación reveló que un 41% de los encuestados declaró que su primer trabajo en el país estaba asociado a cargos como vendedor, limpiador y asistente, entre otros.
“Todos los países, de alguna forma, tienen cierta obligación de acoger. Una vez que estas personas llegan al país hay que darles un espacio, para que se inserten en al mercado laboral y sean un aporte al desarrollo del país, y que lo son. Las cifras indican que, en general, cuando se integran al mercado laboral lo que ellos aportan es equivalente a lo que el país gasta en ellos. Ellos contribuyen en consumo, pago de IVA, sistema previsional, además de todos los aspectos culturales”, explicó en La Tercera Medardo Aguirre, director del Centro Nacional de Estudios Migratorios y docente de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la U. de Talca.
Informalidad
Respecto a la pregunta ¿cuál fue su cargo en su primer trabajo en Chile?, el 41% manifestó haber conseguido una ocupación elemental y el 38,6% como trabajador de servicios, vendedores de comercio y mercados. Por otro lado, solo el 2,7% dijo trabajar en empleos profesionales, científicos e intelectuales y el 1,7% en ocupaciones técnicas y profesionales de nivel medio.
El dato que llamó la atención fue que un 88,9% de los encuestados mencionó que comenzó a trabajar en Chile de forma independiente y dentro del sector informal, comparado con el 8,3% que trabajó como independiente, pero recibiendo boleta de honorarios, y un 2,8% que tuvo un trabajo de manera independiente con emprendimiento o empresa registrada en el Servicio de Impuestos Internos (SII).
“Cada vez resulta más difícil que una persona, hombre o mujer que ha ingresado por paso irregular logre avanzar hacia un trabajo formal, porque incluso la propia ley exige determinados mecanismos que lo impiden. Pero, además, la propia población se enfrenta al miedo de la expulsión o ser reconocido. Me parece que este porcentaje es alarmante, porque está hablando de un Chile que también se está construyendo en uno de los campos más importantes, como el laboral, a partir de la informalidad”, explicó Adriana Palomera, coordinadora del Centro de Estudios Migratorios de la Universidad de Santiago.
Por otro lado, el 39,3% de los encuestados manifiesta tener un nivel educacional superior, el 37,9% con educación medio/secundaria, 19,2% con nivel técnico y 3,6% con básico o primaria.
“Se entiende que personas que llegan del extranjero no consigan un trabajo en lo que estudiaron, porque muchas veces el trámite de validación o convalidación de estudios en el extranjero es muy alto, a veces meses o años. Es por eso que ellos optan por un trabajo que sea fácil de aprender, rápido y que entregue una remuneración que les permita a ellos subsistir en una primera instancia”, agregó Aguirre.