Proteo fue uno de los perros rescatista del Ejército Mexicano que viajó a Turquía para ayudar en las labores de búsqueda de personas tras el sismo de 7,8 grados que azotó dicho país el 6 de febrero, que falleció la madrugada del 12 de febrero.
Gracias #Proteo por tu heroica labor, cumpliste la misión #perrito del #EjércitoMexicano #fuerzaturquia🇹🇷 #sismo #esperanza pic.twitter.com/bQdgxT3wnH
— @SEDENAmx (@SEDENAmx) February 12, 2023
Proteo era uno de los 10 perros que viajaron a Turquía como parte de las brigadas de rescate del Ejército Mexicano. El pastor belga trabajó sus últimos días junto a sus compañeros Timba, Territorio, Barato, Balanceo, Bureta, Biósfera, Tardio, Kiara y Teología.
El grupo de rescatistas mexicanos arribó a la nación turca el 8 de febrero a las 03:53 de la mañana (hora local) para iniciar con las labores en Adiyaman, zona que les fue asignada en la que el sismo ocasionó severos daños.
Entre las primeras acciones destacadas por los binomios caninos mexicanos estuvo la identificación con vida de una persona de entre 35 y 40 años a cargo de Édgar Martínez y Balam, de la Cruz Roja Mexicana, la cual ocurrió durante la mañana del 10 de febrero.
Según el último balance de los terremotos en Siria y Turquía hasta el momento hay 35.000 muertos, lo que los convierte este movimiento telúrico en los más mortíferos en más de un siglo en la región. Además, 85.000 personas han resultado heridas.
La importante labor de los perros rescatistas
El olor de un ser humano puede actuar como un rastro invisible de “migas de pan” para un animal con un olfato tan desarrollado como es el caso excepcional de los perros de búsqueda y rescate, en el país hay cerca de unos 70 perros rescatistas.
Los perros han demostrado ser capaces de rastrear la presencia de drogas, especies animales en peligro de extinción en aduanas, venenos, tumores, diabetes, primeras señales de un ataque epiléptico o incluso el virus SARS-CoV-2, donde han demostrado ser asombrosamente precisos, hasta bajo técnicas de triple ciego.
En el caso de los seres humanos, nuestro aroma personal y exclusivo procede de las bacterias que viven en nuestra piel y de las células muertas que desprendemos a causa de la exposición a factores ambientales y orgánicos.
En el caso de los perros de rescate, en su adiestramiento se utilizan diferentes técnicas, que a su vez llevan un entrenamiento específico según el equipo de búsqueda vaya a utilizar una u otra, y cuya fase de preparación ronda los dos años.
Hay situaciones en las que estos perros de rescate deben rastrear desde un olor de referencia, a través de una prenda de ropa, un objeto que haya tocado o el último lugar donde haya evidencia de que estuvo esa persona (lugares con alta carga olorosa), para poder iniciar la búsqueda detectando la estela, o cono, de dicho olor.
Además, hay otros perros que se adiestran ex profeso para detectar cualquier olor humano y buscar a un grupo o individuo sin identificar, como es en el caso de terremotos, avalanchas de nieve y barro, bombardeos u otras catástrofes naturales o provocadas.
Los perros rescatistas pueden oler el sudor, las hormonas, la sangre y los excrementos humanos, incluso la respiración de las personas sepultadas. Cuando logran localizar a un superviviente, avisan a los rescatistas a través de ladridos o arañando en los escombros.