“Refugio climático” es un concepto prácticamente nuevo, el cual define a zonas terrestres y marinas en las que miles de especies logran sobrevivir a alteraciones planetarias, es decir, sitios que gracias a ciertas características permiten conservar la vida ante cambios climáticos extremos.
A través de un estudio realizado por el Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile, se lograron identificar varios de estos lugares en la Patagonia chilena, en donde se podrían aminorar los efectos del cambio climático y preservar numerosas especies.
“El Estado debiera impulsar decididamente, consecuente con el compromiso del país ante el Acuerdo de París sobre cambio climático”, destacó en La Tercera César Guala, director del Programa Austral Patagonia, quien agregó la necesidad de generar más investigación científica para avalar la identificación de refugios climáticos para la diversidad y promover que sean considerados como un elemento relevante en los planes de ordenamiento territorial.
A los refugios climáticos también se le sumarían las zonas con potencial para serlo: “Si un territorio cumple muchas características de ubicación, relieve o tipo de suelo que podrían aminorar temperaturas extremas, es un refugio climático en potencia”, explicó Patricio Pliscoff, doctor en Ecología de la Universidad de Lausanne (Suiza) y líder del estudio.
Los criterios utilizados para hacer esta investigación estuvieron enfocados en la geodiversidad, la velocidad del cambio climático y la velocidad biótica.
“Es inédita porque combina elementos tanto de la geodiversidad, que es la diversidad del terreno, como de la biodiversidad. Eso nunca se había hecho en Chile”, explicó el experto.
Los refugios terrestres están concentrados en la Región de Los Lagos, Chiloé continental e insular; la Región de Aysén, al interior del área costera y zona oriental de estepas; y en la Región de Magallanes, extremo continental sureste y zona norte de la isla de Tierra del Fuego.
Por su parte, los refugios climáticos marinos se encuentran en cinco grandes zonas: en la Región de los Lagos, al norte de la Isla Grande de Chiloé; Región de Aysén, en el archipiélago de las Guaitecas; y en la Región de Magallanes, en el Parque Nacional Bernardo O’Higgins, en la Reserva Nacional Kawesqar y alrededor de la isla Riesco y de la isla Navarino y del Parque Marino Diego Ramírez-Paso Drake.
Uno de los objetivos de esta investigación también era hacer la superposición de estos lugares identificados con las zonas pertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), administrado por Conaf. Esto determinó que de las 58 áreas protegidas, 46 terrestres poseen zonas rankeadas dentro del 30% de aquellas con mayor potencial de ser refugio climático.
“Lo clave es evaluar estas zonas que ya tienen harto potencial de refugio y ver cómo están en función de las áreas protegidas”, dijo el autor, donde se agrega que “es menos preocupante cuando están dentro de áreas protegidas, pero hay que priorizar aquellas que están fuera, incluso que son contiguas o actúan como canales entre dos zonas protegidas”.