El último adiós a Benedicto XVI: La inédita despedida de un Papa a otro
En su testamento, el Papa emérito pidió ser enterrado donde antes estuvo el cuerpo de Juan Pablo II.
“Sabiduría, delicadeza y entrega” que Benedicto XVI “supo esparcir a lo largo de los años”, destacó el Papa Francisco en el funeral de su antecesor. La homilía de la misa funeral por el pontífice emérito fue llevada acabo en la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles.
El funeral de Joseph Ratzinger es un hecho inédito dentro de la larga historia de la Iglesia católica, debido a que por primera vez un Papa fue el encargado de dirigir el funeral de otro, inmediatamente tras su muerte.
A principios de esta semana se dio a conocer que el cuerpo de Benedicto, que se encontraba en cámara ardiente desde este lunes, sería enterrado en una cripta especial que hay bajo la iglesia de San Pedro.
En su testamento, el Papa emérito pidió ser enterrado donde antes estuvo el cuerpo de Juan Pablo II, tras su muerte en 2005 y hasta 2011, cuando sus restos fueron llevados a la capilla de San Esteban, dentro de la basílica de San Pedro.
La despedida de un Papa a otro
El Sumo Pontífice despidió a Joseph Ratzinger con las siguientes palabras:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, que son las últimas que el Señor pronunció en la cruz según el Evangelio.
“También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”, dijo Francisco.
El papa recordó las palabras de san Gregorio Magno a un amigo: “En medio de las tempestades de mi vida, me alienta la confianza de que tú me mantendrás a flote en la tabla de tus oraciones, y que, si el peso de mis faltas me abaja y humilla, tú me prestarás el auxilio de tus méritos para levantarme”.
“Es la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado”, añadió Francisco.
Y entonces hizo referencia a que “el Pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor”.
“Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años”, añadió el papa hablando de Joseph Ratzinger.
“Queremos decir juntos: ‘Padre, en tus manos encomendamos su espíritu'”, añadió en esta misa que ha mantenido, excepto con pequeños cambios en las lecturas o las peticiones, la liturgia de los funerales papales.
Tras una procesión desde el interior de la basílica y después de que este miércoles, al cierre de una capilla ardiente que han visitado casi 200.000 personas, fueran introducidos en un féretro de madera de ciprés, como manda la tradición.
En el interior del ataúd también se han introducido las monedas acuñadas durante su pontificado, el pergamino con una breve relación de los ocho años de su pontificado y los palios que lució como arzobispo de Munich y Roma.