A través de una carta enviada a sus cercarnos, Felipe Berríos informó de su renuncia a los jesuitas para poder volver a un campamento en el sector La Chimba de Antofagasta.
El religioso fue suspendido de sus funciones como sacerdote en mayo pasado, luego de darse a conocer una denuncia por hechos de connotación sexual, por lo que debió fijar residencia en Santiago como medida cautelar
Tras siete meses sin ejercer, Berríos decidió terminar con la restricción renunciando a la Congregación para volver a vivir al norte del país.
Así lo comunicó a través de una carta enviada a sus cercanos, donde aseguró que “este año ha sido complejo. Por una parte, he sido denunciado de hechos que no he cometido; por otra, se han atribuido a gestos y palabras mías connotaciones que nunca tuvieron”.
En ese sentido, cuestionó a las autoridades de su congregación, la Compañía de Jesús.
“Una cosa es que mi forma de ser sacerdote, horizontal y directa, pueda haber incomodado o ser considerada inadecuada por alguien, pero no comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves”, criticó.
En esa línea, acusó vulneraciones a sus derechos fundamentales, apuntando a un proceso poco transparente.
“Es inaceptable que un ciudadano de este país sea sometido a un proceso jurídico distinto al estado de derecho. No se han respetado mis derechos fundamentales, en un proceso poco transparente, con tiempos ilimitados, mitad secreto y mitad público, en el que me es imposible defenderme en igualdad de condiciones respecto de quienes me acusan”, acusa.
“Por eso, paralelamente, he llevado el asunto a la justicia penal, a la que estamos sujetos todos los chilenos y que garantiza procesos transparentes y públicos”, sentencia.
“Me duele contarles que me he sentido maltratado por el gobierno de la Compañía, que tanto quiero. Sus ambiguas declaraciones a la prensa han sido condenatorias. Todo esto en un proceso mediático con filtraciones intencionadas que me han perjudicado”, agregó Berríos.
Revisa la carta completa aquí:
La reacción de la Compañía de Jesús
El Provincial Gabriel Roblero compartió con la comunidad una carta de tres carillas donde profundizó en el asunto y, de paso, defendió las labores realizadas por la congregación ante las denuncias recibidas.
En el texto, el jesuita aseveró que durante el proceso “Felipe fue informado de la denuncia principal y de todas las otras denuncias que se recibieron en su contra, pudiendo responder a cada una de ellas, lo que además hizo asesorado por un abogado de su confianza, que él mismo eligió, asistiendo en cuatro oportunidades ante la investigadora”.
Reiteró, en el mismo tono que las denuncias “se tratarían de hechos ocurridos entre los años 1993 y 2009, que habrían afectado a siete mujeres entre los 14 años, la más pequeña, a 22 o 23 años la mayor de ellas. Tres de estas conductas habrían sido cometidas en retiros de colegios, dos en trabajos voluntarios (en un caso, de secundarios, y en el otro, de universitarios). Finalmente, en tres casos se trataría de hechos ocurridos dentro de la celebración del Sacramento de la Confesión. Los hechos que involucran menores de edad y el sacramento de la Confesión son de los delitos más graves en la legislación de la Iglesia”.
Además, reiteró que Berríos ha contado con todas las garantías y que lo han mantenido en Santiago para resguardar el proceso.
“Nos permite cuidar a todos los intervinientes en este proceso, incluida la integridad física del propio Felipe. El procedimiento de investigación previa canónica no termina con las conclusiones de la investigadora, sino con la decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por tanto, prudentemente, no corresponde modificar las medidas cautelares en esta etapa. Por otra parte, habría sido impresentable que, habiendo resultado 7 hechos denunciados como verosímiles, 3 de ellos con menores de edad, se le enviara a vivir solo a La Chimba”, recalcó.
A Toda La Provincia by Maria Catalina Batarce Latorre