Un importante descubrimiento -que no se había visto en casi 200 años de investigación- se llevó a cabo en el volcán Fagradalsfjall en Islandia, que entró en erupción en marzo de 2021.
Lo que los geólogos, dirigidos por Sæmundur Halldórsson de la Universidad de Islandia, estaban tratando de averiguar era “a qué profundidad del manto se originó el magma, qué tan lejos debajo de la superficie se almacenó antes de la erupción y qué estaba sucediendo en el depósito antes de la erupción” y durante la erupción. “Preguntas como estas, aunque fundamentales, son en realidad algunos de los mayores desafíos para quienes estudian volcanes, debido a la imprevisibilidad de las erupciones, el peligro y las condiciones extremas, y la lejanía e inaccesibilidad de muchos sitios activos”, dice el experto.
“La suposición era que una cámara de magma se llena lentamente con el tiempo y el magma se mezcla bien”, explicó el científico de la UC Santa Barbara, Matthew Jackson. “Y luego se drena en el transcurso de la erupción”.
Para quienes estudian las erupciones volcánicas, no esperan ver cambios significativos en la composición química del magma a medida que sale de la tierra. “Esto es lo que vemos en el monte Kīlauea, en Hawái (…) Tendrás erupciones que duran años y habrá cambios menores con el tiempo”.
“Pero en Islandia, hubo más de un factor de 1.000 tasas de cambio más altas para los indicadores químicos clave”, continuó Jackson. “En un mes, la erupción de Fagradalsfjall mostró más variabilidad de composición que la que mostraron las erupciones de Kīlauea en décadas. El rango total de composiciones químicas que se muestrearon en esta erupción en el transcurso del primer mes abarca el rango completo que ha entrado en erupción en el suroeste de Islandia en los últimos 10.000 años”.
“Imagine una lámpara de lava en su mente”, dijo Jackson. “Tienes una ampolleta caliente en la parte inferior, calienta una gota y la gota sube, se enfría y luego se hunde. Podemos pensar en el manto de la Tierra, desde la parte superior del núcleo hasta debajo de las placas tectónicas, funcionando como una lámpara de lava”.
“A menudo no tenemos un registro de las primeras etapas de la mayoría de las erupciones porque estas quedan enterradas por los flujos de lava de las últimas etapas”, agregó, por lo que este proyecto permitió ver por primera vez un fenómeno que se creía posible pero que nunca se había presenciado directamente.
Para los científicos, este resultado presenta una “restricción clave” sobre cómo se construirán los modelos de volcanes en todo el mundo, aunque aún no está claro qué tan representativo es este fenómeno de otros volcanes, o qué papel juega en el desencadenamiento de una erupción. Para Jackson, es un recordatorio de que la Tierra aún tiene secretos que revelar.