El periodista Daniel Matamala abordó en una de sus últimas columnas el nombramiento de embajadores del Gobierno de Gabriel Boric, algo que ha sido duramente criticado desde diversos ámbitos por los nombres que ocuparán estos cargos.
Por una parte comienza explicando la importancia de no poner a familiares o cercanos en cualquier puesto del gobierno, debido al nepotismo y a los problemas que vincularían al mandatario en caso de que suceda algo.
«El Presidente es, además, esclavo de sus palabras. En octubre de 2021, hablando a los diplomáticos de carrera, dijo que hay que “evitar el compadrazgo, el pituto, el premio porque ‘no ganaste la elección, así que te mando para allá’ (…). Las embajadas no pueden ser un premio de consuelo”», sostiene Matamala.
«Y, sin embargo, ahora tenemos los premios de consuelo habituales. Bárbara Figueroa (PC), derrotada en la elección de convencionales, rumbo a Argentina. Sebastián Depolo (RD), perdedor en dos elecciones consecutivas, para gobernador y senador, con pasajes a Brasil. Paula Narváez (PS), vencida en las primarias presidenciales, yendo a la ONU», agregó.
«Boric ya dio una señal de debilidad al contradecir su promesa de campaña y designar a su pareja, Irina Karamanos, como primera dama. “No puede haber cargos en el Estado que tengan que ver o estén relacionados con el parentesco del Presidente o con nadie (…). Vamos a abolir esa institución”, había dicho como candidato».
«Darle una embajada a un amigo es un segundo error no forzado sin ninguna justificación política», destacó el comunicador.
«Aquí, como en otros temas, el Presidente haría bien en recordar que cada promesa no cumplida será una resta en el capital político que necesita para cumplir su programa».
«Y que él, por la naturaleza misma de su liderazgo, centrado en la ética y la renovación, será, más que ninguno de sus antecesores, deudor de sus promesas y esclavo de sus palabras».
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