Personas corriendo con algunas pertenencias y esperando largas filas para cruzar la frontera es lo que se ha visto en diversas ciudades de Ucrania, tras la apertura de los corredores humanitarios.
En la ciudad de Sumi, situada a 350 kilómetros al noreste de Kyiv, junto a la frontera rusa, se pudo por fin el lunes evacuar, tras una noche de intensos bombardeos que provocaron 21 muertos.
“Los residentes pueden salir de la ciudad en su propio medio de transporte” desde las 9 hasta las 21 horas (hora local), informó en su cuenta de Telegram Dmytro Zhyvytskyi, jefe de la Administración Militar Regional de Sumi, según la agencia ucraniana Ukrinform.
Además, 22 autobuses de Poltava (destino final de la ruta de evacuación, a unos 175 kilómetros al sur), que partieron ayer en la primera columna, regresarán a primera hora de la tarde.
En el caso de Energodar, situada en el sureste del país y centro de los combates por su proximidad con la central nuclear de Zaporiyia, que fue asaltada por los rusos el pasado viernes; también entrará en vigor un alto el fuego temporal para la evacuación de civiles.
La crisis en Mariúpol
Sin embargo, esto no fue así en Mariúpol, donde los 30 autobuses enviados para la evacuación no pudieron emprender camino. Por enésima vez, el Gobierno ucraniano acusó a las fuerzas rusas de no respetar el alto el fuego. Mariúpol, con 430.000 habitantes, lleva más de una semana soportando un duro asedio, bajo bombardeos, sin agua ni electricidad. Los cadáveres se amontonan en las calles.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, informó que una niña de seis años murió de deshidratación al quedarse sola en su casa, sin agua, con su madre muerta.
Además, durante esta jornada el gobierno ucraniano informó de un ataque ruso ha afectado a un hospital infantil y un centro de maternidad en la asediada ciudad portuaria de Mariúpol, en el sureste del país. El Ayuntamiento de la ciudad ha dicho que los daños son “inmensos” y ha compartido imágenes de un edificio destrozado y vehículos ardiendo.