El 26 de abril de 1986, se produjo una falla trágica en la Central Atómica de Chernobyl. La explosión y una fuga radiactiva fatal, se transformó en la peor catástrofe nuclear de la historia. Tan grande fue la magnitud del desastre que no se conoce con exactitud el número de víctimas.
La explosión del reactor número 4 se produjo por una suma de errores, fallas en la construcción y en las medidas de seguridad originales, desatenciones y hasta de mala suerte.
Este hecho no solo dejó varios muertos, sino también la posibilidad de analizar los efectos a largo plazo de estar expuesto a la radiación tanto en personas como animales.
¿Qué pasó con los niños que nacieron post este desastre nuclear?
Una investigación, publicada en Science, buscó averiguar si la radiación pudo cambiar el ADN de las células de las personas que participaron en la limpieza de Chernobyl después del accidente, o fueron evacuados de localidades cercanas.
Aunque la radiación puede dañar el ADN en las células de las personas expuestas, potencialmente con riesgo de cáncer, no estaba claro si espermatozoides y óvulos se verían afectados, derivando en trastornos del desarrollo o cáncer en los descendientes de estas personas.
Para despejar esta hipótesis, se analizó el genoma de 130 niños concebidos y nacidos luego de la catástrofe (entre 1987 y 2002), cuyos progenitores hayan estado expuestos a algún nivel de radiación. Pero de acuerdo a los científicos, no hubo un aumento en la cantidad de mutaciones, no detectadas en los padres ni en óvulos o espermios.
Según los científicos, el estudio ayuda a entender de mejor forma cómo la radiación afecta al cuerpo humano, además de llevar tranquilidad a quienes hayan estado expuestos a la radiación de la planta de Fukushima, tras el accidente de 2011.
El caso de Vasili Ignatenko y Lyudmila
La miniserie estrenada por HBO en 2019, entre otras cosas, difundió la historia del bombero Vasili Ignatenko y su esposa embarazada, Lyudmila, que originalmente fue contada en “Voces de Chernobyl”, de Svetlana Alexievich.
Ignatenko murió 17 días después de intentar apagar el fuego de la explosión, tras padecer todos los efectos, todos los síntomas que provocan la exposición a la radiación. Su muerte fue lenta y dolorosa, sufriendo una degradación que espanta.
Lyudmilla acompañó a su marido pese a las restricciones pero no les permitieron entrar en contacto físico. Estaba embarazada. Seis meses después tuvo a su hija, quien murió a las cuatro horas de su nacimiento por cirrosis terminal debido a la fuerte carga radiactiva: tenía 28 roentgen en su pequeño hígado. Y el corazón con una grave lesión congénita.
“Yo la maté, fue mi culpa. En cambio ella me salvó. Recibió todo el impacto radiactivo, se convirtió en la receptora de todo el impacto”, afirmó la mujer de Ignatenko.