Fue el 11 de agoste de 2020 cuando Vladimir Putin, el presidente de Rusia, anunció que ese país se había convertido el primero en aprobar una vacuna contra el Covid-19.
Esta noticia que fue vista con gran escepticismo a nivel internacional debido al desconocimiento existente sobre su seguridad y eficacia, ya que los datos sobre esta inoculación no habían sido publicados del todo ni revisados por pares.
Recién en enero de este año fue cuando se informaron los resultados preliminares de los ensayos de fase 3, los cuales mostraron una eficacia de un 91,6% y os cuales fueron aprobados en The Lancet: “Ahora otra vacuna puede unirse a la lucha para reducir la incidencia de Covid-19”, destacó la revista especializada.
Datos principales y ventajas
La Sputnik V al igual que las vacunas de Oxford/AstraZeneca y Johnson&Johnson, está desarrollada con vectores virales y fue desarrollada por el Instituto Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya, quien en el pasado también desarrolló otras inoculaciones contra el ébola y el Mers.
Tiene dos ventajas que la hacen más competitiva: Es una de las más baratas, ya que cada dosis cuesta 10 dólares (al igual que la de Johnson&Johnson y superada por la de Oxford que solo cuesta 4 dólares).
Por otro lado, su almacenamiento puede ser a temperaturas de congelación doméstica, también existe una versión en polvo y se está desarrollando otra versión para almacenar a temperaturas de frigorífico.
Estos factores hacen que pueda ser transportada a regiones remotas de Rusia y que interesa a varios países del mundo.
Varias cadenas de suministro de vacunas han tenido problemas para cumplir con sus acuerdos de fabricación y hacerlas llegar a otros países, mientras que otras están restringidas a ciertos grupos por casos de trombosis, por lo que contar con más vacunas sin duda ayuda a cubrir un espacio que aún está abierto, como la falta de dosis en la Unión Europea.
Información recogida de Sarah Schiffling, profesora titular de Gestión de la Cadena de Suministro, Universidad John Moores de Liverpool y Liz Breen, director de la Zona Empresarial de Salud Digital (DHEZ), Universidad de Bradford.