Por primera vez el menor de 17 años de iniciales A.J.A.A. contó su versión del hecho que lo convirtió en protagonista el pasado 4 de octubre, cuando cayó al lecho del río Mapocho tras ser empujado por un carabinero en el puente Pío Nono.
El relato corresponde a parte de sus declaraciones realizadas el pasado 12 de enero en la Brigada de Derechos Humanos de la PDI, cuya investigación intenta determinar la responsabilidad del ahora excarabinero Sebastián Zamora, imputado por homicidio frustrado.
“Salí de mi casa el viernes 2 de octubre de 2020 a eso de las 16:30 horas, tomando una micro y luego el metro que me llevó hasta la Estación Parque Bustamante, donde me junté con algunos amigos con quienes caminamos hasta la Plaza Italia”, comenzó relatando según lo publicado en El Mercurio.
“Había una manifestación en el sector de Plaza Italia. En ese lugar me separé de mis amigos, quedándome solo. Me gusta andar solo”.
Luego comentó la situación que se vivía cuando ya estaba allí: “los Carabineros empezaron a reprimir (…), no dejaron que la gente se reuniera en Plaza Italia. Cuando digo que comenzaron a hacer lo mismo, es que lanzaron agua con el ‘guanaco’ y lacrimógenas. Arranqué a calle Pío Nono y de ahí hasta el Parque Forestal, donde hicieron una encerrona y volví a arrancar hacia calle Pío Nono, cuando de repente sentí un empujón mientras corría por la vereda poniente del puente Pío Nono”.
“En este punto vi que el ‘guanaco’ comenzó a avanzar y tras él había un piquete de Carabineros que los vi corriendo. Me di cuenta altiro de que venían corriendo porque empiezan a gritar. Además de mí, corría más gente“.
“Yo iba arrancando cuando sentí que me agarran desde atrás con ambas manos por sobre mi mochila, a la altura de mis costillas, debajo de mis axilas. Sentí un empujón que me levantó y choqué con la baranda poniente del puente Pío Nono”, agregó.
Luego de esto, el menor no recuerda nada de lo sucedido y comentó que despertó cuando ya estaba siendo atendido por los rescatistas bajo el puente.
“Después de eso desperté en una camilla abajo del puente. Quise levantarme y no pude porque un rescatista me dijo que no. Yo quería levantarme, pero me di cuenta de todo lo que me pasaba. Estaba tapado de sangre en la cabeza y las muñecas con cartón, ya que me estabilizaron para no poder moverlas. Cuando desperté vi dos personas, un rescatista y otro niño que al parecer es la primera persona que llegó a ayudar”, relató.
“En la camilla, abajo en el puente, sentí mucho olor a lacrimógena. Una vez arriba sentí más gas lacrimógeno. Incluso me pusieron una mascarilla, porque yo tenía muy poco aire”.
Terceras personas le ayudaron y le pidieron sus datos personales para contactar a su familia y explicarles lo que había sucedido: “Gracias a eso se enteró mi mamá”.
Urgencias y diagnóstico
Luego de eso el joven también comentó lo sucedido luego de que lo llevaran a urgencias en la Clínica Santa María.
“No me acuerdo si fue antes o después de la operación cuando me pusieron un colchón de calor porque estaba con hipotermia”. En ese momento indicó que se sentía como en “otro mundo, sentí que me estaban cortando la ropa”, “no pude responder qué me había pasado”. Luego de eso “pude ver a mi mamá, le dije que la extrañaba y le pedí que no me dejara solo”.
“Tenía un TEC (traumatismo encéfalo-craneano) cerrado que se veía en las imágenes como una mancha de sangre. En mis pulmones también tenía una mancha que, según los doctores, es por el tema del agua que aspiré mientras estaba en el río”, comentó, panorama por el cual estuvo hospitalizado una semana.
“¿Qué recuerdos tiene de las personas que lo ayudaron cuando estaba en el lecho del río?”, preguntó la fiscal. “Había una persona que llegó al principio a ayudarme. No lo conocía de antes, pero comenzó a comunicarse con mis amigos. Me fue a ver a mi casa. Yo lo conozco como ‘Micha’… el primer rescatista no sé su nombre, pero he tenido contacto con él. Me llama para saber cómo estoy”.
Efectos posteriores
Luego de la caída y su estado de recuperación, el menor comenta: “psicológicamente no me siento bien. Al principio quise recuperarme, pero luego comencé a darme cuenta de lo que me pasó. Lloraba todas las noches, no paraba de llorar, no salía de mi pieza ni para comer”.
“Nunca he sido una persona con achaques (…) pero esto me cambió totalmente. Hay gente que lo tira como broma diciendo que soy el niño que se quiso bañar en el río, pero a mí me afecta demasiado. Hay gente que sabe quién soy, que me dice las cosas en broma, como para llamar la atención, pero no saben el daño que le causan a uno esos comentarios”.
“No puedo jugar a la pelota, no puedo ir al choque, no puedo andar en ‘bici’. Las manos las puedo mover, pero hacer un mal movimiento me podría afectar demasiado. Solo puedo hacer cosas livianas”, comentó respecto a su estado físico.