Si bien la pérdida del olfato y el gusto es uno de los síntomas que han sufrido las personas afectadas por el coronavirus, esto podría ser un daño permanente.
Esto lo muestra un artículo de The New York Times, que recoge los testimonios de algunos de los sobrevivientes del Covid-19.
Tal es el caso de Katherine Hansen, quien si bien antes de la pandemia tenía un olfato tan agudo que podía recrear casi cualquier plato de restaurante en casa sin la receta, ahora ni siquiera puede pobra bocado y vive a base de sopas y batidos.
“Soy como alguien que pierde la vista de adulto”, dijo Hansen, agente inmobiliaria que vive en las afueras de Seattle. “Ellos saben cómo deben lucir las cosas. Yo sé a qué debería saber, pero no puedo probar nada”.
Si bien el sentido del olfato y el gusto es algo que la mayoría de los sobrevivientes a esta enfermedad recuperan en semanas, hay una minoría en que no ha sido así y los doctores no saben cuándo los afectados los recuperaran.
“Muchas personas han estado haciendo investigaciones olfativas durante décadas y han recibido poca atención”, dijo Dolores Malaspina, profesora de Psiquiatría, Neurociencia, Genética y Genómica de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai en Nueva York. “La COVID está poniendo ese campo patas arriba”.
El olfato está íntimamente ligado tanto al sabor como al apetito, y la anosmia (pérdida del olfato) a menudo le roba a la gente el placer de comer. Además, genera cambios de humor y afecta la calidad de vida.
La importancia del olfato
“Los recuerdos y las emociones están intrínsecamente ligados al olfato, y el sistema olfativo desempeña un papel importante, aunque en gran medida no reconocido, en el bienestar emocional”, aseguró Sandeep Robert Datta, profesor adjunto de Neurobiología de la Facultad de Medicina de Harvard.
“El olor no es algo a lo que prestamos mucha atención hasta que desaparece”, dijo Pamela Dalton, que estudia el vínculo del olor con la cognición y las emociones en el Centro Monell de Sentidos Químicos de Filadelfia. “Entonces la gente lo nota, y es bastante angustioso. Nada es igual”.
Una investigación realizada por Científicos británicos que analizaron las experiencias de 9000 pacientes de COVID-19 que se unieron a un grupo de apoyo en Facebook creado por el grupo de caridad AbScent entre el 24 de marzo y el 30 de septiembre. Reveló que la mayoría no solo habían perdido el placer de comer, sino también de socializar. La pérdida había debilitado sus lazos con otras personas, al afectar las relaciones íntimas y dejarlos aislados, incluso separados de la realidad.
Muchas personas que no pueden oler perderán el apetito, lo que las pone en riesgo de sufrir déficits nutricionales y pérdidas de peso no deseadas. Kara VanGuilder, quien vive en Brookline, Massachusetts, dijo que había perdido 9 kilos desde marzo, cuando su sentido del olfato se desvaneció.
Los olores también sirven como un sistema de alarma primitivo que alerta a los humanos de los peligros de nuestro entorno, como los incendios o las fugas de gas.