Hiroshima
Era lunes 6 de agosto, pero hace 75 años. Japón y Estados Unidos llevaban cuatro años combatiendo la Segunda Guerra Mundial y el presidente norteamericano Harry Truman había pedido días antes una “rendición incondicional”.
Esto no sucedió, por lo que Hiroshima fue el primer blanco.
La escogieron porque tenía una base militar y porque era una ciudad que no había sido bombardeada antes, así que mostraría los verdaderos efectos de la bomba.
Paul Tibbets pilotaba el «Enola Gay», un bombardero que llevaba dentro a “Little Boy”, la bomba que liberó mientras sobrevolaba Hiroshima y que explotó a 600 metros del suelo.
“A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno”, describió Kathleen Sullivan, directora de Hibakusha Stories, una organización que recopila testimonios de sobrevivientes de las bombas en un documental del canal Discovery.
Se calcula que solo un pequeño porcentaje de la carga explotó, pero tuvo la fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT.
Esto generó una ola de calor de más de 4.000°C en un radio aproximado de 4,5 km. y que provocó la muerte de entre 50.000 y 100.000 personas durante ese día.
Un área de 10 kilómetros de la ciudad quedó devastada, dos tercios de los edificios fueron reducidos a escombros y un incendio de tres días consumió 7 kilómetros de terreno debido al intenso calor.
Nagasaki
Al no ceder Japón, tres días después sería el turno del segundo blanco, la ciudad de Kokura.
Según el reporte de los pilotos, la ciudad estaba cubierta de bruma y humo, por lo que fueron desviados a Nagasaki, ya que necesitaban una mejor visibilidad.
Esta ciudad no era uno de los objetivos, debido a que su topografía es accidentada y tenía un campo de prisioneros de guerra aliados a los estadounidenses.
Charles Sweeney pilotaba el «Bockscar», el bombardero que llevaba en su interior la segunda bomba “Fat Man” y que tras ser lanzada explotó 500 metros antes de llegar al suelo.
“Fat Man” estaba cargada con 6 kilos de plutonio y se calcula que solo 1 kilo hizo fisión, lo que fue suficiente para liberar el equivalente a 21 toneladas de TNT.
Durante ese 9 de agosto murieron entre 28.000 y 49.000 personas.
No hay claridad sobre cuánta gente perdió la vida por los bombardeos, la explosión o en los meses siguientes debido a las heridas y los efectos de la radiación.
Estimaciones hablan entre los 110.000 en ambas ciudades, mientras que otras calculan más de 210.000 hacia finales de año.
Efectos de los ataques
Los “hibakusha” como se les conoce a los sobrevivientes de las explosiones, tuvieron quemaduras a causa del intenso calor y la radiación, además desarrollaron cataratas, tumores y distintos tipos de cáncer.
Muchos de ellos sufrieron discriminación por su apariencia y vivieron con el estigma de que acarreaban enfermedades.
Quienes aún continúan con vida rodean los 80 años, y algunos se convirtieron en activistas en contra de la proliferación de armas nucleares.
El legado de las bombas
En Hiroshima, los árboles que aún quedan en su lugar original apuntan hacia el hipocentro donde cayó la bomba, su corteza se debilitó por ese lado y con el tiempo se inclinaron en esa dirección.
Green Legacy Hiroshima es un organismo que nació tras los ataques, el cual busca asegurar que el sufrimiento por el que pasó la ciudad se transforme en un motivo de esperanza, a través de la naturaleza.
El proyecto envía semillas de los Hibaku Jumoku (todos los árboles que sobrevivieron a la explosión nuclear) a diferentes partes del mundo.
De los 160 de ellos que se recuperaron en Hiroshima, solo 30 quedan en su posición original, otros fueron trasladados y replantados.
“Decenas de miles de árboles no sobrevivieron, y la gente decía que nada crecería en Hiroshima durante 75 años. No había color en ningún lado y muchos pensaban que era una ciudad muerta”, comentó Tomoko Watanabe, hija de una de las sobrevivientes de la bomba y difusora del pasado de la ciudad.
“Pero en la primavera aparecieron brotes verdes en los árboles que sí habían sobrevivido (…) Eso dio a muchos alivio y esperanza“, agregó.
Más de 30 países han recibido semillas de los Hibaku Jumoku, Chile es uno de ellos.
Las semillas llegaron en 2012 y sus brotes que serán plantados en el Jardín Botánico de la Universidad Austral en Valdivia.
“Decidimos transmitir el mensaje vinculando la historia de la bomba atómica y el sufrimiento del pueblo de Hiroshima con la realidad chilena”, manifestó a BBC Mylthon Jiménez-Castillo, investigador del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral
“Hacemos un paralelo porque Chile es un país lleno de desastres naturales, terremotos, erupciones volcánicas, y tenemos una cultura muy solidaria de apoyarnos frente a los desastres”, agregó.
Con información de BBC News, Atomic Heritage Foundation, Atomic Archive, International Campaign to Abolish Nuclear Weapons (ICAN), Nuke Map, Getty Images.