Muy utilizados en terapia y hobby de algunos (antes de la cuarentena), los puzzles han demostrado ser un pasatiempo ideal para estos tiempos de coronavirus. Y no solo para los niños.
En Chile, la búsqueda por comprar puzzles en internet lleva 1.390.000 resultados en Google. Cifra bastante menor al resultado en España que llega 14.700.000, pero que no deja de ser considerable. Pero, ¿porqué en época de confinamiento queremos armar rompecabezas?
El sentido común dice que en situaciones en las que nada encaja, intentar buscar un orden lógico, trae paz. Al armar un puzzle, se vuelve a tener lo que falta en el mundo: certeza, equilibrio y un plan a seguir, del cual se sabe cuál será el final. Y además, algo no menor, distrae de la pandemia.
El enganche al puzzle está, como explica MariPaz Chapinal Aceituno, terapeuta ocupacional, especialista en estimulación cognitiva y dificultades de aprendizaje en el Centro Tangram en España, en que
“ves de una manera muy visual que estás consiguiendo tu logro, tu objetivo. El montón de piezas descolocadas va disminuyendo, a la vez que va aumentando la imagen que estás montando. A esto hay que unirle la increíble sensación de poner la última pieza y ver tu obra completada. Tu esfuerzo recompensado. Es un reto autoimpuesto cuya resolución produce muchísima satisfacción y placer”.
Además, el puzzle tiene beneficios terapéuticos, como comenta Aceituno, “a nivel mental, favorece la orientación visoespacial, la percepción visual, la concentración, la paciencia y la atención mantenida en el tiempo. Desde el punto de vista emocional, está la consecución de un logro. Y desde el lado relacional, potenciar los lazos sociales, de pareja o familiares. Se trabaja la creatividad, la planificación, el desarrollo de estrategias, la coordinación óculo manual, la motricidad fina, el trabajo cooperativo”.
Eso sí, puede que este pasatiempo no sea para todos, y si armar un puzzle genera más ansiedad que satisfacción, claramente hay que buscar otros afición.
Puzzles a lo largo del mundo