Gobierno chino recurre a control social al “estilo Mao” para combatir el coronavirus

KIM KYUNG-HOON / REUTERS

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El gobierno chino ha implementado altas medidas de seguridad para mantener un control en su población. Al parecer, no es suficiente con los altos niveles de tecnología que el gigante asiático tiene, por lo que vecinos, voluntarios y trabajadores del partido comunista están controlando las extensas calles del país.

El Centro de Control de Prevención de Enfermedades de China publicó el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre el coronavirus. Se analizaron más de 72.000 casos  confirmados, sospechosos y asintomáticos. ¿A qué conclusiones llegó el estudio? Primero, se dijo que el virus es muy contagioso pero “poco mortal”, ya que la tasa de mortalidad se sitúa actualmente en el 2,3% según indican los investigadores.

Aunque la cantidad de muertes versus los infectados sea baja, el también denominado virus de Wuhan está preocupando a la población China. Actualmente, la cantidad de infectados en el gigante asiático llega a los 74.579, mientras que los muertos son 2.119. Es por esto que el gobierno chino está analizando medidas para poder combatir esta epidemia. ¿La solución? Generar una de las campañas de control social más grandes de la historia.

Al estilo Mao

Según un reciente informe del New York Times, el gobierno chino se encuentra copando ciudades y aldeas con vecinos, voluntarios uniformados y representantes del Partido Comunista para controlar la circulación de los residentes y evitar la propagación del coronavirus.

Esta vigilancia vecinal y movilización de voluntarios recuerda a un control social parecido a lo que se veía con Mao Zedong, quien también implementaba este tipo de medidas con el fin de mantener a la población vigilada.

Ha ocurrido también que edificios de varias ciudades chinas han entregado permisos de circulación con el fin de regular las veces en las que los habitantes se movilizan dentro y fuera de sus hogares. Además, hay complejos residenciales que niegan el ingreso a ocupantes legítimos que se volvían de algún viaje. Se está controlando de manera muy estricta a quienes llegan en tren a cualquier ciudad, pues estos deben comprobar que viven o trabajan en ella y, de no ser así, se les impide el acceso.

A pesar de la cantidad de tecnología que el gigante asiático tenga en su arsenal, no son las herramientas de vigilancia de alta tecnología las que están implementando para controlar el orden. Esto viene de la mano de los miles de trabajadores y voluntarios que pasan diariamente a la casa de los vecinos para tomar temperaturas, estudiar movimientos, supervisar cuarentenas y  mantener alejados a quienes vienen de afuera y podrían ser potenciales agentes de contagio.

Estos controles de zonas residenciales abarcan, según indicó el reportaje del New York Times, a 760 millones de habitantes en China. Esto es más de la mitad de la población total del país. La mayoría del control se está realizando en Wuhan, pues fue este el lugar donde se detectó por primera vez. Actualmente, hace más de un mes que la ciudad se encuentra virtualmente cerrada para evitar cualquier posible peligro.

Hay distintos vecindarios y localidades que emiten sus propias reglas de entrada y salida a los residentes, por lo que se puede estimar que la cantidad de personas afectadas puede ser aún mayor de lo que se cree en la actualidad. Tal es la variabilidad de estas políticas y regulaciones que inclusive hay sectores donde se vive una parálisis, mientras que otros tienen menos restricciones que el resto.

El líder chino, Xi Jinping, convocó a una “guerra del pueblo” sin cuartel para controlar  al virus. El aislamiento y parálisis tanto de habitantes como de múltiples empresas ha perjudicado enormemente la economía del país. Según el NYT “los funcionarios locales ejercen una autoridad tan directa sobre el desplazamiento de las personas, que no sorprende que algunos hayan llevado el cumplimiento a algunos extremos”.