Fue en junio del pasado 2016 que comenzó a regular la Ley de Etiquetado en nuestro país. La idea era bastante sencilla: analizar los contenidos de los distintos productos alimenticios que se venden el mercado chileno y estudiar los aportes nutritivos de cada uno de estos. De esta forma, se pusieron marcas de advertencia en alimentos y bebestibles que contenían niveles innecesariamente altos de azúcar, grasas y sodio. También se prohibió la venta de estos artículos en colegios y liceos.
Después de cuatro años, ya tenemos datos oficiales sobre los resultados de esta medida en nuestro país. Esto pues se dio a conocer un estudio de parte de investigadores del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, académicos de la Universidad Diego Portales e investigadores de la Universidad de Carolina del Norte; a través de la revista científica Plos Medicine sobre cómo ha oscilado el consumo de estos productos alimenticios por parte de los chilenos entre 2015 y 2017.
Los resultados de este análisis señalaron que el consumo de bebidas azucaradas, como gaseosas de fantasía, jugos, leches saborizadas, entre otros; disminuyó un 23.7% durante la primera etapa de estas reformas. Esto implicó que se produjo una reducción diaria de 22,8 ml de consumo de bebidas azucaradas por persona. Esto es media lata de bebida a la semana por cabeza. Pero esto no es todo, ya que también se produjo un aumento de un 5% en compras de agua embotellada, bebestibles de dieta y jugos de fruta sin azúcar añadida.
“Lo que es impresionante de las regulaciones chilenas es cuánto han influenciado a políticas alimenticias internacionales”, dijo Lindsey Smith Taillie, una de las autoras del estudio, según The Guardian. “Según nuestro trabajo con impulsores de esta medida, sabemos que al menos una docena de países han usado directamente las políticas chilenas y la evaluación de estos resultados para formar medidas similares”.