Pese a que sectores políticos de distintas partes del mundo critiquen a quienes encienden las alarmas respecto al cambio climático, la evidencia sigue dando la razón a quienes piden cambios radicales para enfrentarlo.
Recientemente, durante la cartografía anual de la población de renos salvajes en el archipiélago noruego de Svalbard, en el Ártico, situado a unos 1.200 kilómetros del polo Norte, tres investigadores del Instituto Polar Noruego registraron 200 cadáveres de renos que murieron de hambre el invierno pasado.
Ashild Onvik Pedersen, jefa del proyecto de censo, explicó que esta “elevada tasa de mortalidad” es consecuencia del cambio climático, que ha sido dos veces más rápido en el Ártico que en el resto del mundo, según estiman los climatólogos.
“El cambio climático hace que llueva mucho más. La lluvia cae en la nieve y forma una capa de hielo en la tundra, lo que hace que las condiciones de pasto para los animales sean muy malas”, detalló a AFP.
Los renos consiguen su alimento escarbando la nieve con sus pezuñas, pero la alternancia de helada y deshielo que se ha dado últimamente en la zona genera varias capas de hielo impenetrable, lo que reduce sus posibilidades de comer.
Según la misma Pedersen, esta tasa de mortalidad solo se puede comparar con el término del invierno 2007-2008. También estima que la mortalidad se debe, en parte, al aumento del número de renos en este conjunto de islas, que se duplicó desde los años ochenta hasta alcanzar actualmente los 22.000 ejemplares.