Si bien está presente en el ambiente de manera natural, en las últimas décadas las emisiones de dióxido de carbono (CO2) han registrado un aumento considerable en la atmósfera. Esto se debe a las actividades del humano, como el transporte, la producción industrial o servicios de uso común como el petróleo o la electricidad, los que generan un exceso de emisiones de este gas.
Este exceso de CO2 es consecuencia directa del fenómeno de efecto invernadero, como también lo es del calentamiento global. A partir de 1959 el observatorio de Mauna Loa en Hawái se ha encargado de medir los índices de este gas en la atmósfera, siendo 315 ppm (partes por millón), el valor inicial que obtuvieron ese primer año.
Cuando éstas emisiones sobrepasan los 350 ppm, el gas comienza a generar consecuencias en el planeta, valor que hace años se ha sobrepasado. De hecho, el último informe emitido por esta entidad en mayo de este año señala que sus niveles alcanzaron las 415.26 ppm, la cifra más alta de la historia.
La Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa) a cargo del observatorio señaló que tres de los cuatro mayores incrementos del CO2 atmosférico se han producido en los últimos cuatro años.
En conversación con La Tercera, Andrés Pesce, gerente de Sustentabilidad y Nuevos Negocios de Fundación Chile, organismo organizador de la próxima COP 25 que tendrá lugar en Chile este año, señaló que no hay conciencia de la gravedad del problema y de lo urgente de la acción.
“Para que la temperatura no supere los 1,5°C se requiere no sobrepasar el límite de las 450 ppm. Eso significa que tenemos que bajar a la mitad las emisiones globales al 2030 y luego ser carbono neutral al 2050. Se requiere una colosal transición“, dijo.
Asimismo, Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago y experto en cambio climático, explicó que el CO2 “es el principal responsable del acelerado cambio climático (…) sus concentraciones están subiendo de manera extraordinariamente rápida (casi 45% en los últimos 100 años)″.
“Esto se debe a que a partir de los años 50 las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles y el cambio de uso de suelo han aumentado significativamente, en relación al aumento de la población humana, la cual se duplicó desde esa fecha”, dijo el académico del Instituto del Medio Ambiente (IDMA), Alberto Alaniz, en conversación con La Tercera.
Las cifras actuales son preocupantes, pero más grave es que no exista una solución a la vista. Así lo señala la Organización Meteorológica Mundial, “no hay indicios de inversión en esta tendencia, que está desencadenando un cambio climático a largo plazo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos”.
Cordero dijo que Chile puede contribuir a reducir las emisiones de CO2 de dos formas, “acelerando la transición energética para adoptar masivamente tecnologías de energías renovables, como la solar o eólica, de cero emisión de gases efecto invernadero y ayudando en la próxima COP25 a dar voz a todos los países en vías de desarrollo que han contribuido menos a causar el cambio climático, pero que son los que más experimentarán sus negativas consecuencias.
“Se necesita forzar a los grandes emisores de CO2 a que adopten compromisos de reducción de emisiones mas ambiciosos”, dijo el académico.