Este martes 7 de mayo se cumplen 100 años del natalicio de Eva Durán. Vivió una vida de pocos recursos y grandes sueños hasta que conoció al presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, transformándose en una líder social y política del país trasandino.
En 1919 nació Eva María Duarte, uno de los cinco hijos de la familia ilegítima que mantenía un político de la zona rural. Su padre falleció cuando era muy pequeña, por lo que quedaron con problemas económicos
A los 16 años, tras escapar de la miseria llegó a Buenos Aires, sin recursos ni educación. Eva conoció a Perón cuando tenía tenía 24 años y él 48 y era viudo de su primera esposa, en un acto relacionado con la ayuda a las víctimas del terremoto de San Juan.
Tras un golpe de Estado que obligó a Perón a abandonar la vicepresidencia de país, se transformó en presidente en 1946 y Evita en su primera dama.
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Su estilo se hizo famoso en el mundo: una mujer hermosa, que tenía voz y que era capaz de encender a las masas con sus llamados de justicia social. Antes de Evita, las primeras damas eran solo un acompañamiento de los jefes de Estados y no líderes políticos.
Si bien en 1951 se esperaba a Evita postulara a la vicepresidencia en la campaña de reelección de su marido. Eventualmente rechazó el cargo en un mítico discurso, en el hoy conocido Día del Renunciamiento. “Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino, una descamisada de la Patria”, dijo frente a sus seguidores.
Evita falleció el 26 de julio de 1952 murió víctima de un cáncer de útero fulminante a los 33 años.
La odisea del cadáver de Evita
El 22 de noviembre de 1955 un grupo de un comando de la Revolución Libertadora robó el cuerpo embalsamado de la ex primera dama que estaba depositado en el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT), en Buenos Aires.
Los enemigos de Juan Domingo Perón se habían ensañado al punto de la profanación ocultando sus restos y negándole impiadosamente a la familia toda noticia sobre su paradero. Pero 16 años después, la “abandera de los humildes”, como era conocida la ex primera dama, regresaba a los brazos de su marido para descansar en paz.
La devolución del cadáver de Evita por parte de los enemigos de Perón aparecía como un gesto de apaciguamiento, tras años de proscripción y persecución. Pero era también una señal de debilidad de un régimen en retirada.