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¿Quién es Ruth Bader Ginsburg?: La jueza de 85 años que es un ícono en EE.UU.

ruth bader ginsburg

Un cuarto de siglo se cumplen desde que llegó a ser miembro del Tribunal Supremo estadounidense. Esta histórica abogada de los derechos de los hombres y las mujeres es adorada por los jóvenes.

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25 Febrero, 2019

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Tiene 85 años y lleva años siendo reconocida como una ídola de la justicia, se trata de la jueza Tribunal Supremo, Ruth Bader Ginsburg. Tal es el furor que causa esta persecutora que puede verse su imagen plasmada en poleras, tazas, e incluso en comics.

Debido a las redes sociales, esta veterana defensora de los derechos de los hombres y las mujeres se ha vuelto un ícono adorado por los estadounidenses, especialmente por los jóvenes.

A los 25 años de su llegada a ser una de las mayores autoridades de la justicia y con una salud deteriorada está viviendo una nueva ola de popularidad, en la que se ha estrenado un documental titulado “RBG” de Betsy West y Julie Cohen, el cual fue nominado a los Premios Oscar.

Mira el trailer aquí: 

Durante la ceremonia de estos premios, Emily Clark, protagonista de Games of Thrones, fue la encargada de presentar este documental asegurando que la jueza  “es una mujer que ha dedicado su carrera combatir las leyes que permitían la desigualdad de género. Khaleesi no se puede comparar a ella. Jueza Ginsburg, si alguna vez necesitas que te preste los dragones: ¡Llámame!”

También se ha creado una biopic acerca de Ginsburg titulada “On the basis of sex” de Mimi Leder , la relata lo que ha sido la vida de tanto familiar y laboral de la persecutora, en especial, el caso que la llevo a ingresar al Supremo Tribunal y terminar así con la era del patriarcado en la Justicia estadounidense.

 

 

En 1973, siendo abogada de las mujeres, Ginsburg llevó hasta el Supremo la demanda de la teniente Sharon Frontiero, quien denunciaba que los subsidios vivienda que sus compañeros y sus señoras recibían le eran negados a ella y a su marido. La defensora ganó el caso.

Dos años después,  representó a  Stephen Wiesenfeld, un joven viudo que quedó a cargo de un bebé. Cuando este pidió ayuda a la Seguridad Social para criar a su hijo, se la negaron porque estaban destinada solo a mujeres. Ginsburg lo llevó al Supremo y volvió a ganar y marcar un punto de inflexión legal: la desigualdad de género.  

Algo que ella vivió en carne propia cuando entró a estudiar en la Escuela de Derecho de Harvard en 1956, en un curso con nueve alumnas y 500 alumnos. En una cena el decano de la facultad les preguntó solo a las estudiantes porqué debían estar estudiando esa carrera, ocupando el lugar de un hombre.

Pese a salir de la Universidad de Columbia con muy buenas notas, ningún  despacho de abogados de Nueva York se planteaba contratar a una mujer. Sin embargo, en el lugar en donde los hombre y mujeres eran iguales, fue el hogar que creó con el abogado Marty Ginsburg, con quien se casó en 1954 y quien  falleció el 27 de junio de 2010.

Se conocieron muy jóvenes en la Universidad de Cornell y fueron juntos a Harvard. Cuando la carrera de ella comenzó a despegar el abogado siguió a su mujer, y si sus jornadas se hacían maratónicas él cuidaba a sus dos hijos, Jane Ginsburg y James Steven Ginsburg

En 1993, la abogada, tras la nominación por el entonces presidente Bill Clinton, se convirtió en la segunda mujer de la historia en ocupar un puesto en el Supremo de EE UU.

Uno de los errores que ha  cometido, fue traicionarse a sí misma y criticar en 2016 al entonces candidato Donald Trump, tachándolo de “farsante”, algo que un magistrado del Supremo no debe hacer.

“Es un farsante”, dijo la jueza a la cadena CNN. “No tiene coherencia consigomismo. Dice cualquier cosa que se le ocurre en el momento. Tiene mucho ego”, aseveró. La abogada pidió disculpas por las críticas que realizó contra el entonces candidato.

En noviembre de 2018, Ginsburg  sufrió una caída y se fracturó tres costillas. Este accidente permitió detectarle  nódulos cancerosos en los pulmones, de los que se operó en diciembre. Hace un par de semanas volvió a trabajar y asegura que no colgará la toga mientras considere que puede desempeñar su papel.

 

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