Llegó el momento de hablar de algo que muchos preferirían postergar. Se trata del destino de los desechos que dejamos ir y olvidamos para siempre después de tirar la cadena del baño. Biosólidos: así se denomina a lo que queda de nuestros desechos orgánicos luego de procesar las aguas servidas.
Como se puede suponer, este material contiene distintos nutrientes que lo hacen ser el perfecto abono para la tierra. Sin embargo, también sirve para hacer buenos ladrillos, según investigó Abbas Mohajerani, ingeniero civil de la Universidad Instituto Real de Tecnología de Melbourne, Australia.
“Los ladrillos hechos con biosólidos se ven igual que los de arcilla horneada, huelen a lo mismo y tienen propiedades físicas y mecánicas similares”, aseguró el investigador.
Para el precursor de esta idea, reutilizar estos residuos biosólidos, más allá de usarlos para abonar campos, podría ahorrar espacio y energía, además de reducir emisiones de carbono. Por eso mismo pensó en darles una funcionalidad concreta y creó estos ladrillos.
Tal como plantea un artículo de The New York Times, en el mundo se fabrican billones de ladrillos por año, y con la tierra que se usa como materia prima se “podría rellenar mil agujeros, cada uno del tamaño de una cancha de futbol y con una profundidad similar a la altura del Empire State”. En paralelo, los humanos generan una cantidad sorprendente de biosólidos. Tal como ejemplifica el mismo artículo, “en un solo día, tan solo la ciudad de Nueva York genera 1200 toneladas aproximadamente”.
De estos residuos, alrededor de la mitad se usa para fertilizar cultivos. Los restantes van a dar al mar o a vertederos, donde las partículas orgánicas de los desperdicios se descomponen, liberan gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y contribuyen al calentamiento global.
Las conclusiones
Tras probar distintas fórmulas durante cinco años, un equipo de investigadores determinó que la calidad de los ladrillos hechos con biosólidos es parecida a la que tienen los ladrillos que se comercializan actualmente. También concluyeron que incorporar solo un 15% de biosólidos en los ladrillos fabricados en todo el mundo durante el año podría eliminar por completo nuestros residuos.
No obstante, el punto débil de estos ladrillos es la resistencia. Aunque los ladrillos fabricados con biosólidos no tienen problemas para superar los requerimientos de la industria, en general no tuvieron la dureza de los ladrillos habituales. Otras críticas apuntan a que el ahorro energético que supone la fabricación de ladrillos con material biosólido, si bien ayudaría a la conservación del medioambiente, solo sería efectiva si las fábricas de ladrillos estuvieran instaladas cerca de las plantas de procesamiento de aguas servidas.