Soñar con llegar tarde, que los dientes se caigan o despertarse luego de una caída son recurrentes en la memoria colectiva y se repiten en distintas personas, sin que tengan una relación común.
El doctor Francisco Puertas, miembro de la Sociedad Española de Sueño, comenta que actualmente se sabe poco del tema, pero que dormir y soñar “tienen un papel importante en la regulación de las emociones y en la consolidación de la memoria”.
“Son un mecanismo adaptativo. Facilitan a nuestro cerebro la gestión de las emociones y nos ayudan a enfrentarnos a situaciones nuevas”, es una de las hipótesis más aceptadas sobre los sueños según Puertas.
De acuerdo a esta teoría, al soñar se ensayan circunstancias complejas para poder anticipar nuestras reacciones: “Nos enfrentamos a miedos y a preocupaciones”, explica el psiquiatra del hospital Clínic de Barcelona, Andrea Murru, por eso es frecuente que ocurran en momentos de estrés.
Caerse y despertar
Puertas sostiene que soñar con caerse o volar está relacionado al estado del cuerpo en que se está despierto pero empezando a dormir -o viceversa-, donde se mezclan las imágenes del mundo real y el mundo onírico.
“Aquí se pierde la sensación de estar apoyados en un colchón, por lo que el cerebro interpreta que se está volando o cayendo”, señaló el experto.
Otros efectos que también pueden influir son los vínculos fisiológicos. Por ejemplo, tener sed puede llevar a soñar con estar en un desierto o querer orinar produce que en un sueño se busque ir al baño: “El cuerpo va incorporando información mientras dormimos”, aseveró Murru.
Dientes que se caen
El psiquiatra compara los sueños con leer a Shakespeare: “La ambientación puede cambiar, pero los grandes conflictos son siempre los mismos”.
Murru apunta a que las sociedades cada vez son más similares, por eso “cada vez compartimos más imágenes”, aunque muchas de estas ilusiones no son recientes, sino que se han repetido a lo largo de la historia.
Este es el caso de cuando se caen los dientes: “Estos sueños arquetípicos están presentes en todas las culturas, porque proyectan nuestros miedos ancestrales”, concuerda Puertas.
Ser perseguido
Según el libro “Why We Dream” (¿Por qué soñamos?) de Alice Robb, “el escenario más común de una pesadilla es el de la persecución, seguido del ataque”, quien señala que el 6% de los adultos tiene una pesadilla al mes y entre un 1% y 2% lo hace de manera frecuente.
En el libro de la periodista, se indica que el “miedo, impotencia, ansiedad y culpabilidad” son las emociones más recurrentes, lo que refuerza la hipótesis de que los sueños preparan para escenarios difíciles.