El sábado se confirmaron 35 casos de sarampión en Washington, lo que ha provocado que el gobernador Jay Inslee declarará estado de emergencia en la zona.
“El sarampión es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa que puede ser fatal en niños pequeños”,aseveró Inslee en conferencia de prensa y aseveró que estos casos son “un riesgo extremo para la salud pública y puede extenderse rápidamente a otros condados”.
Hasta el momento, han habido 34 casos de sarampión en el condado de Clark, que se encuentra en la frontera sur del estado, justo al otro lado del río Columbia desde Portland, Oregon. Las autoridades dijeron que 30 de los casos involucraron a personas que no se habían vacunado contra el sarampión; los otros cuatro no están verificados. De los 34 casos, 24 son niños de entre 1 y 10 años. Además, se sospecha de otros nueve casos en el condado de Clark.
En conversación con Duna en Punto, Humberto Soriano, doctor y presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría, aseguró que “la gran empresa cannábica y los movimientos antivacunas son muy similares porque quieren la atención. La respuesta a qué hacer con estas enfermedades infecciosas es vacunarse”.
El origen del movimiento antivacunas
El origen del movimiento antivacuna parte en 1988 tras una publicación del doctor británico Andrew Wakefield, que tras examinar a 12 niños autistas. Pese a las críticas de los expertos a esta indagación, la vacunación descendió de un 92% a un 85%, dando como resultado un nuevo brote de sarampión, publicó La Tercera.
Ante estos resultados, diversos científicos intentaron replicar el experimento de un modo mucho más riguroso y con un muestreo más amplio pero no lograron resultados.
En 2010, el Consejo General Médico del Reino Unido prohibió a Wakefield ejercer su profesión debido a su irresponsabilidad, mientras que el 2011, tras siete años de investigación, el British Medical Journal reveló que tanto el doctor y el centro hospitalario donde trabajaba habían estado envueltos en un plan que tenía como objetivo obtener beneficios económicos a causa del escándalo.
Con esta investigación se buscaba reemplazar las vacunas y la creación de un método llamado “enterocolitis autística” (enfermedad inventada en el artículo fraudulento) y otros productos que en total cifraban 40 millones de dólares sólo en el Reino Unido y EE.UU, lo cual era respaldado por un abogado del movimiento antivacunas, Richard Barr, quien financió algunos trabajos del médico y cuya meta era demandar a las farmacéuticas.
Asimismo, se descubrió que Wakefield no aceptó el financiamiento para realizar el estudio en 150 pacientes, lo que revela que el doctor no tenía intención de confirmar sus resultados.
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