‘Elogio de la lentitud’ es un libro en donde Carl Honoré profundiza en el culto a la velocidad. El autor sostiene que este fenómeno se está convirtiendo en el estándar social de todo el mundo, cuestiona la valoración que las sociedades le dan al tiempo, la fugacidad de las situaciones, los hechos, las cosas.
En base este análisis es que Honoré elogia un estilo de vida lento y “propone huir de la tiranía del tiempo y tomar el control de la vida, dando prioridad a las cosas que actúan en beneficio de las personas, encontrando un equilibrio entre la utilización de la tecnología orientada al ahorro del tiempo, tomándose el tiempo necesario para disfrutar de actividades como pasear o socializar”, según expone un artículo de The Huffington Post.
Sin embargo, pese a que las ideas de Carl Honoré hacen bastante sentido en el acelerado ritmo de vida actual, no resulta simple cambiar de un día para otro la forma en que se realizan las actividades diarias: luchar contra el tiempo, despertar temprano, dormirse tarde, convivir con una ciudad congestionada, con personas apuradas. Es un proceso que requiere de un profundo cambio de hábitos, así como también de un cambio de escenarios.
Por eso mismo, entendiendo que, aunque difícil, vivir lento es una opción viable y sana, el artículo citado enumera tres opciones para tratar de llevarlo a la práctica.
Lugares de co-working
Cada vez más frecuentes en las grandes ciudades, estos espacios (oficinas, casas, departamentos, cafés, etc) ofrecen un ambiente grupal de colaboración, fomento a la creatividad, desarrollo de proyectos innovadores y debate sociocultural.
Son lugares ideales para trabajadores independientes dispuestos a compartir con otras personas y a tener una experiencia distinta a las típicas oficinas de trabajo o al aislamiento del hogar.
Tiendas vintage o diseño hecho a mano
Oponiéndose a las modas efímeras y a la costumbre de comprar y votar, este tipo de tiendas rescatan la calidad y el estilo de productos reutilizados. Desde artículos de decoración restaurados, vinilos de clásicos, hasta ropa diseñada a partir de textiles reciclados. Se trata de un espacio para redescubrir que no todo es pasajero.
Cafeterías y librerías
Las cafeterías también funcionan como un espacio agradable para trabajar relajado, en un ambiente diverso, donde se puede compartir con más personas, o leer un libro lejos de grandes retos. Así como también las librerías ofrecen un espacio de escape para conectarse con el mundo de las letras, explorar el pasado y reflexionar un poco apartado de las pantallas de celulares, computadores o televisores.
¿Tienes alguna recomendación para vivir más slow?