En marzo de este año, el espía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia fueron envenenados con Novichock, que es un agente nervioso.
Sobre esto, en Duna en Punto, Sebastián Rivas, editor de LaTercera.com, explicó que “en Gran Bretaña saltaron las alarmas de que esto sería un trabajo de inteligencia debido al perfil de Skripal y lo que había pasado con el caso Alexander Litvinenko”.
Litvinenko fue asesinado con polonio en 2006 en Londres. Durante su estadía en el país, el ex espía escribió dos libros Blowing Up Russia: Terror from Within (Explotando Rusia: Terror desde adentro) y Lubyanka Criminal Group (Grupo Criminal Lubyanka), donde acusó a los servicios secretos rusos de colocar bombas departamentos y de otros actos terroristas como un esfuerzo para hacer llegar a Vladímir Putin al poder.
“Hace un par de días Theresa May compareció en el Parlamento para revelar que la investigación arrojó a dos agentes rusos que sería los responsables del ataque contra Skripal”, explicó Rivas.
A raíz de esto, este tema escaló al Consejo de las Naciones Unidas donde hubo una situación compleja en que Estados Unidos entrega una férrea defensa a la investigación llevada a cabo por los ingleses.
“De hecho la embajadora de EE.UU. Nikki Haley, dio un discurso muy duro entregando todo su apoyo a Reino Unido y por su parte Rusia acusa de que esto es una mentira” aseveró el periodista.
Los sospechosos del envenenamiento de Skripal y su hija han sido indentificados como dos ciudadanos rusos que trabajan como agentes de la inteligencia militar del Kremlin o GRU.
Reino Unido lanzó una orden de detención contra los sospechosos que han sido identificados como Alexander Petrov y Ruslan Boshirov, aunque se cree que estos nombres podrían ser falsos, declaró en rueda de prensa el jefe de la policía antiterrorista, Neil Basu
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