Un estudio internacional demostró que grandes árboles, como por ejemplo el coigüe, que se encuentra en la Patagonia, son los más propensos a ser afectados por el cambio climático y a formar embolias, que son burbujas internas de aire producidas por sequías.
La investigación, publicada en la revista PNAS, incluyó a científicos de todo el mundo. En el caso de Chile, fue Alex Fajardo, del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia en Chile, quien estuvo a cargo.
“Tomamos muestras de 25 especies de la Patagonia y las enviamos a México. Allí se analizaron junto a otras 500 especies de árboles y arbustos provenientes de distintas zonas geográficas. Fue un trabajo de esfuerzo colaborativo, liderado por el investigador Mark Olson, en el que participamos 14 instituciones”, comentó en un artículo de La Tercera.
El especialista explicó que los árboles transportan el agua desde las raíces a las ramas a través de un sistema complejo de vasos conductores. Y, pese a que se cree que el tamaño de estos vasos se relaciona con el clima, es el porte del árbol lo que determina esta variable.
“Las burbujas de aire o embolias se desarrollan a causa de la sequía y con mayor facilidad en vasos conductores anchos, propios de los árboles de gran envergadura. El flujo de agua se detiene, comienza un proceso de marchitez, muerte de los tejidos y finalmente del árbol entero. Es como inyectar aire con una jeringa en el cuerpo humano”, ejemplificó.
Así mismo, Fajardo advirtió que “existen registros recientes de mortandad de cipreses de la cordillera de los Andes y de coigües en zonas aledañas a Bariloche, Argentina”. Y que esto estaría influido en gran medida por el cambio climático y las sequías.
Ante esto, el doctor en Ciencias Forestales trabaja en una investigación que destaca la importancia de los árboles de estatura baja para enfrentar el cambio climático. Su hipótesis es que “los individuos de menor estatura están mejor preparados para enfrentar el cambio climático. Se percibe un efecto de estrechamiento de las plantas como forma de adaptación, y no sería descabellado pensar que en 50 años las especies serán más bajas”.