El desperdicio de comida es una muestra de la desigualdad que hay en el mundo. En los países pobres, el mayor porcentaje de pérdidas en alimentos se da en las granjas o en el traslado de los mismos.
En cambio, en los países desarrollados, especialmente en Estados Unidos y Canadá, alrededor del 40% de los alimentos desechados son responsabilidad de los consumidores.
Un ejemplo sería, en el sur de Asia la mitad de toda la coliflor que se cultiva se pierde porque no hay suficiente refrigeración, comentó Rosa Rolle, experta en desperdicio y pérdida de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en The New York Times.
Tipos de comida desperdiciada según región:
Estos números, de la FAO, son el resultado de varios factores:
- Compramos mucha comida.
- No terminamos nuestros platos.
- Compramos una porción más grande de la que podemos comer.
“A medida que obtienes mayores ingresos, tienes más posibilidades de desperdiciar alimentos“, aseveró a The New York Times Paul A. Behrens, profesor asistente de ciencias energéticas y ambientales en la Universidad de Leiden en los Países Bajos.
Estados Unidos desperdicia cerca de $160 billones en comida al año. De acuerdo a cifras del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que registra la pérdida de alimentos, los productos lácteos representan la mayor parte de los alimentos desperdiciados, que representan alrededor de $ 91 mil millones.
“En el mundo desarrollado, la comida es más abundante pero cuesta mucho menos (…) En cierto sentido, la gente no valora los alimentos por lo que representan”, sentenció Rosa Rolle, experta en desperdicio y pérdida de alimentos de la FAO.
Pérdida para el medio ambiente además
El desperdicio y la pérdida de alimentos tienen una gran impacto en el calentamiento global, equivale a 3.300 millones de toneladas de carbono.
Además según el informe de 2014 de la FAO, este desperdicio se traduce en una perdida de agua enorme, el equivalente a tres veces el lago Lemán, en Ginebra que tiene 580 km².
El Dr. Behrens, de la Universidad de Leiden abordó el tema en un estudio reciente y señaló en The New York Times que si los estadounidenses comieran de acuerdo a nuestras pautas dietéticas recomendadas a nivel nacional (cada país es un tanto diferente), eso podría ayudarnos a reducir nuestra huella de emisiones. Cambiar los hábitos alimenticios es difícil, sin embargo, los expertos dicen que el desperdicio de alimentos sigue siendo crítico.