La crisis interna de la política chilena parece empequeñecerse si se mira desde afuera. Al menos eso es lo que refleja la columna de Silvia Colombo publicada esta mañana en el New York Times en Español.
Según el análisis de la periodista, a poco más de seis meses de terminar su gobierno, Michelle Bachellet tiene prisa por lograr en el poco tiempo que le queda un alza en su aprobación en las encuestas-hoy en un bajísimo 21%- y al mismo tiempo cumplir con las promesas de su programa de gobierno.
Para Colombo, a pesar de los atropellos y tropiezos, las reformas de la mandataria son las más exitosas entre las mujeres de izquierda que lideraron la región en los últimos años.
En Brasil, Dilma Rousseff sufrió un juicio político que contribuyó a hundir al país en su peor recesión de la historia reciente.
Si miramos Argentina, Cristina Kirchner sigue viva electoralmente, pero enfrenta varios juicios políticos y “un fuerte rechazo por haber entregado la presidencia argentina con una inflación de un 35 por ciento y un 29 por ciento de pobres”, a pesar de que la cifra haya empeorado con Mauricio Macri.
Comparada con ellas, Bachelet es impecable. “La economía crece más despacio que en los años del auge de las commodities, pero crece en el promedio de la región, mientras que la inflación está controlada y bajo la meta, en un 2,6 por ciento“, asegura Colombo.
Al mismo tiempo los cambios comprometidos avanzan pese a las demoras. Entre ellos, la aprobación del aborto en tres causales y el ingreso del proyecto de matrimonio igualitario son parte de las iniciativas emblemas de una mandataria que sólo cuenta con una mayoría simple en el Congreso. Por lo mismo se ha visto obligada a encontrar respaldo fuera de su red de apoyo.
“Pese al pesimismo que expresan los chilenos, Chile va bien. No tiene guerrillas con quienes negociar la paz como Colombia, ni una guerra contra carteles de la droga o una narcocorrupción enquistada en el Estado como México, ni la agresividad en la arena política de Argentina o un presidente metamorfoséandose en tirano como Venezuela, ni corrupción que haya gangrenado todo como Brasil o tres expresidentes encarcelados como Perú. ¿No deberían los chilenos evaluar positivamente a su presidenta?”, concluye la columnista.