Un día después de que la compañía aérea achacara la tragedia a un factor externo,tres nuevas revelaciones apuntan hacia la tesis de un sabotaje a bordo.
El presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, ha tildado de “propaganda” la reivindicación del ataque por parte de la filial local del autodenominado Estado Islámico y -en línea con las autoridades rusas- ha pedido cautela hasta que concluya el análisis de las cajas negras, que debería comenzar este martes.
En declaraciones a la cadena NBC un funcionario estadounidense que sigue de cerca la investigación del accidente ha señalado que un satélite infrarrojo detectó un destello de calor a la misma hora en la que el Airbus A-321 se estrelló sobre Al Hasana, a unos 70 kilómetros al sur de Al Arish, la capital del norte el Sinaí, cobrándose la vida de las 224 personas a bordo.
La inteligencia estadounidense considera que podría ser una especie de explosión interna a partir de un depósito de combustible o una bomba.
“La hipótesis de que el avión fue derribado por un misil no está encima de la mesa”, apuntó el citado funcionario. . Antes de estrellarse sobre una inhóspita explanada de difícil acceso acceso del norte del Sinaí, el aparato se rompió en dos pedazos en pleno vuelo, según las primeras conclusiones de los investigadores encargados.
Por su parte, la agencia de noticias rusa Interfax citando a funcionarios egipcios ha advertido este martes que la desaparición del avión estuvo precedida por sonidos “impropios de un vuelo normal” llegados de la cabina.
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