George Pell, quien es el responsable de Finanzas del Vaticano, aseguró estar dispuesto a declarar en una investigación sobre abuso de menores en su país, Australia.
El cardenal fue acusado por una víctima durante las audiencias de la semana pasada de intentar sobornarlo para que guardara silencio sobre los crímenes que habría cometido el cura Gerald Ridsdale, de 81 años.
Pell también fue acusado de ignorar las denuncias de abusos y de ser cómplice de los múltiples traslados que se le hicieron durante años al cura pedófilo de una parroquia a otra en el estado australiano de Victoria.
La semana pasada, Pell negó rotundamente las alegaciones contra él y se dijo horrorizado por los testimonios de las víctimas de Ridsdale, cuyos abusos se extendieron a lo largo de tres décadas, de 1950 a 1980.
En dicho periodo, el prelado habría abusado de al menos 50 personas. Las víctimas exigieron a Pell, designado por el papa Francisco en 2014 para hacer más transparentes las finanzas de la Santa Sede, que volviera a Australia para testificar.
Ante esto, el responsable vaticano aseguró que tenía intención de hacerlo para acabar con cualquier especulación sobre el hecho de que tuviera algo que ocultar.
Uno de los niños que sufrió abusos fue el propio sobrino de Ridsdale, quien aseguró que en 1993 había confesado a Pell la actuación de su tío y que el cardenal le preguntó entonces cuánto costaría su silencio.
Ridsdale, por su parte, asegura que no tiene nada que ver con Pell, pese a que durante una época vivieron en el mismo presbiterio, el actual responsable de la Santa Sede era amigo de la familia Ridsdale e incluso acompañó al cura pedófilo al tribunal cuando este confesó sus crímenes por primera vez en 1993.
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