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“Chile no merece esto”: la señal de alerta de Oscar Guillermo Garretón al PS por reformas

En una carta reservada a su partido -que publica ElLibero.cl-, el economista hace un descarnado análisis al momento político y económico, y llama a repensar las reformas del gobierno de la Nueva Mayoría.

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24 Octubre, 2014

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LEE LA CARTA COMPLETA AQUÍ

Óscar Guillermo Garretón, economista, empresario, ex subsecretario de economía de Salvador Allende y fundador del MAPU, envió una carta a su partido, el PS, el pasado 20 de octubre. En ella hace una cruda crítica a cómo el Gobierno ha manejado la política y la economía.

En el texto enviado a la directiva del PS (y publicado por Libero), Garretón proyecta que la situación económica no mejorará y que la cesantía aumentará. Por lo que llama a corregir el impulso reformista del gobierno de Michelle Bachelet.

Los incita a repensar y a rectificar, práctica que la Concertación, según él, ha sabido hacer en todos sus gobiernos y que les ha ayudado a conquistar el apoyo de la ciudadanía.

Sobre el empresariado, declara que este se siente hostilizado por el Gobierno y que la tesis del boicot es una actitud pueril hacia el gremio.

Por último, llama al Partido Socialista a tener cuidado en prometer un paraíso para el final de este Gobierno, ya que si no se cumplen las promesas, la ciudadanía -según él cada vez más exigente-, va a reaccionar de una manera que se desconoce.

CITAS CLAVES DEL TEXTO

Pertenezco a una manada política y la quiero, pero sí creo que va hacia el acantilado, no siento obligación de correr con ella sino de advertirla del peligro. Los obnubilados con la masividad de su carrera dirán ‘mira, éste abandonó la manada’. Qué le voy a hacer. Si están en la senda correcta, bienvenido mi error, que todo el mérito sea para quienes acertaron”.

Me ilusiona la posibilidad de que pueda ser conocido por la bancada socialista, nuestra Comisión Económica y personas en el Gobierno, porque creo que estamos en problemas y un partido que merece respeto, es aquel que además de ser escudero de sus líderes, muestra capacidad de aportar ideas, alertas y conducción a la tarea de su gobierno”.

Esstas son “las razones de mi profunda preocupación por la evolución de la economía y sus eventuales impactos sociales y políticos”.

Las reformas perdieron el apoyo mayoritario:

Me alarma que los hechos políticos más relevantes ocurridos a partir de marzo 2014 son que esa mayoría arrolladora a favor de las tres reformas -tributaria, educacional y constitucional- mutó en apenas 6 o 7 meses en rechazos también masivos, cuando no mayoritarios, a las propuestas tributarias y educacionales del Gobierno; y que la economía ha frenado fuertemente mientras los estudios muestran una acelerada caída de las expectativas económicas en empresarios y consumidores”.

Escribo porque confío en nuestra capacidad dirigente para aprender de la realidad, aunque duela. Lo demostramos luego de la derrota política que llevó al golpe de 1973. Fuimos capaces de repensarnos y renovarnos, no después que los muros cayeran cuando era inevitable, sino desde 15 años antes de eso. Asimismo, en todos los gobiernos concertacionistas debimos hacer rectificaciones que se transformaron en resultados contundentes y apoyo potente de la ciudadanía”.

Mal pronóstico económico para 2015

“La economía no crecerá como se supone en el presupuesto (3,6%); estará en torno al 3% o más abajo. Tampoco la inversión pública compensará la drástica disminución de la inversión privada porque no es capaz de hacerlo”.

“La cesantía será mayor que hoy y el crecimiento de empleos públicos no compensará la pérdida de trabajos en el sector privado. Estimo que a esta misma altura de 2015 el desempleo saltará a cifras en torno al 8%”.

“La desaceleración internacional seguirá penándonos. Pero eso se sabía ya a mediados de 2013, por lo tanto la proyección de su impacto debería ser más o menos constante para un organismo tan sólido como el Banco Central”.

La desconfianza empresarial:

No se resuelve con medidas macroeconómicas (tasa de interés, equilibrios fiscales, inversión pública, etc.), tipo de cambio, precio del cobre o agendas de productividad, por valiosas que sean. Es resultado de la franca ruptura de confianzas entre el Gobierno, la Nueva Mayoría y el mundo empresarial, tanto grande como mediano y pequeño. El empresariado honesto de todo tamaño, ajeno a abusos, se siente sistemáticamente incomprendido, hostilizado y despreciado en su rol social por el Gobierno y su coalición. Lo devastador de esta ruptura es que el Estado no es capaz de sustituirlo en su rol. La economía nacional ha enfermado y quienes proclaman la transitoriedad de la situación, se equivocan. No comprenden la magnitud del problema”.

Tiene algo pueril y ciego pensar que el empresario más activo, exitoso y transnacional de América Latina, acostumbrado a todas las variantes de gobierno, incluido Cuba, algo lo haga histérico o irracional. Tampoco se sostiene la tesis del boicot. Ningún empresario está dispuesto a perder para dañar. Es una presunción solo posible en quienes no los conocen. Su vida es adaptarse a los cambios de circunstancias. Lo demostró en el debate tributario”.

El empresariado se debate hoy entre tres reacciones o una combinación de ellas:

A) Hay quienes no pueden paralizar inversiones ya iniciadas o comprometidas y seguirán haciéndolas. Pero si no existen nuevas condiciones de entorno, estas irán concluyendo.

B) Esperar es ya la opción de muchos, o sea, no invertir por ahora. Esta espera no es menor ni pasiva. Es esperar a que se aclaren las incertidumbres que a su juicio existen y una vez aclaradas, recalcular la rentabilidad que sus proyectos de inversión tendrán bajo las nuevas circunstancias”.

La falsa promesa de un paraíso:

Por último, un argumento nuevo ha comenzado a tomar fuerza entre los más recalcitrantes, una vez que las cosas comienzan a empeorar. Hablan de ‘costos inevitables’ para construir un país mejor, menos desigual. Tiene algo de verdad, pero también de ominosa historia. Siempre hay costos y enemigos del cambio que dificultan las cosas. Pero también hay demasiadas experiencias en que esta ha sido una vieja excusa para persistir en el error. Demasiadas veces la promesa del paraíso al final de las penurias terminó en derrotas por lo inaceptable de ellas para muchos e incluso a veces, hasta en dictaduras pseudo populares que decenios después de comenzar siguieron siendo sempiternas administradoras de penurias”.

Concluye:

Chile no merece esto. Construimos un país incomparablemente mejor al que recibimos en 1990. Por la magnitud de los cambios que provocamos y las prosperidades que nuestro pueblo conquistó, es que Chile cambió tanto que requiere hoy respuestas nuevas. Comprometerse con el cambio no es aplaudir cerrando los ojos, sino preocuparse de su éxito. Más aún con una ciudadanía exigente y consciente de su poder, cuya tolerancia a una crisis desconocemos”.

 

FOTO: La Tercera

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