ESPECIAL UCRANIA #2: ¿Puente o nueva trinchera en las relaciones Occidente-Rusia?

En su segunda columna la abogada Paulina Astroza nos explica la relación entre la Otan y la posición de Rusia en el conflicto de Ucrania.

Por @PaulinaAstrozaS*

Columna anterior: #1 El desencadenante y el contexto europeo

A un día del referéndum anunciado en Crimea sobre el futuro de esta Península -y su muy probable anexión a la Federación Rusa-, la tensión ha aumentado entre Occidente y Rusia. Los movimientos de tropas, los ejercicios militares, la ocupación –no reconocida pero real- de Crimea y el anuncio de sanciones recíprocas si no se echa marcha atrás a la escalada, entre muchos otros acontecimientos, ponen de manifiesto que no se trata de una crisis más. Ayer viernes el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergueï Lavrov, declaró en Londres que EE.UU. y su país no tenían una “visión común” sobre la situación en Ucrania.

Efectivamente, tal como lo señaló el canciller, estamos frente a una situación que opone a Rusia con Occidente (entendiendo por tal a EE.UU., la UE y otros estados incluidos en G-7). Han intervenido como medio de acercamiento otras organizaciones como la ONU –con sus limitaciones obvias en el Consejo de Seguridad-, la OCSE y otros entes internacionales que trabajan en el terreno en una labor menos conocida por los medios como la Carta de la Energía (que tiene su sede en Bruselas, Bélgica) o la Asociación de Regiones Fronterizas Europeas (ARFE) que desarrolla desde hace tiempo proyectos de cooperación en la zona.

¿Por qué esta falta de visión común?

Para poder comprender lo que está pasando debemos abordar una serie de aspectos que están en juego, que van mucho más allá de la coyuntura actual y que encuentran sus raíces en visiones estratégicas de las potencias en un mundo en constante cambio. En la columna anterior adelantamos algunas explicaciones del contexto europeo en el que se desarrollan los hechos actuales. La ampliación de la UE al Este y Sur del continente luego de la caída del muro de Berlín y el término de la Guerra Fría, explican en parte los cambios vividos en esta parte del mundo y su vínculo con Ucrania y Rusia.

Sin embargo, es necesario también exponer que este período de post Guerra Fría también implicó modificaciones a nivel de las alianzas estratégicas y defensivas y he aquí la razón del actual protagonismo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Luego del término de la II Guerra Mundial y aun ante los temores de una amenaza alemana, se celebra el Tratado franco-británico de Dunkerque (4 marzo 1947) y el Tratado de Bruselas (17 marzo 1948), mediante el cual a Francia y Reino Unido se sumaban Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En este tratado no se menciona el posible agresor frente al cual se aliaban, pero ya el contexto era claro y se estaba pensando en una expansión de la URSS a Europa. Los cinco países comienzan negociaciones con EE.UU. y Canadá para formalizar una alianza militar. Se invitó además a Dinamarca, Islandia, Italia, Noruega y Portugal. De las negociaciones entre los 12 Estados surge la OTAN (4 abril de 1949).

La reacción soviética no se hizo esperar acusando este pacto de agresivo y de estar dirigido en su contra, violando compromisos asumidos en tratados celebrados anteriormente. En respuesta, en 1955, la URSS crea el Pacto de Varsovia, fruto de una red de acuerdos bilaterales celebrados entre 1948 y 1949 con los estados afines. Era el equivalente para el Este de lo que la OTAN era para Occidente.

La OTAN se amplía por la primera vez en 1952 a Grecia y Turquía. En 1955 se incorpora la República Federal Alemana (RFA) y en 1982 España.

Tras los cambios sufridos en el sistema internacional luego del derrumbe del sistema soviético a comienzos de la década de los ’90, la OTAN, lejos de disolverse al ya no existir la URSS contra la cual se había constituido y haber terminado el Pacto de Varsovia, continuó su extensión a los antiguos países que estaban en la órbita soviética Los países miembros, en especial EE.UU., estimaron que era conveniente mantener su estructura, entre otras razones, porque si bien la URSS había desaparecido, nadie podía asegurar exactamente la dirección que a largo plazo podía seguir Rusia. Los antiguos adversarios se apuraron en establecer relaciones con la Alianza Atlántica (y acercarse a la UE). Sus motivaciones fueron varias, entre ellas, querían protegerse contra eventuales nuevos apetitos rusos, terminar con la división Este/Oeste y aliarse con EE.UU. para ser parte del llamado “club” occidental.

Rusia se inquietó ante el avance en los proyectos de ampliación, lo que renovó su sentimiento de encierro y acorralamiento en torno a sus fronteras pero en ese momento no estaba en posición de evitarlo. Es más, el 27 de mayo de 1997 se firma en París el “Acta fundacional Rusia-OTAN” que la transforma en socia de la Alianza.

Con el término de la Guerra Fría y el deseo de EE.UU. de extender su influencia y visión de mundo más allá de su área de influencia, continúa la ampliación de la OTAN. A esto se suma una redefinición de su misión y una “reinvención” de sus objetivos en un mundo en que la división Este/Oeste llegaba a su fin. De esta manera, en 1999 ingresa Polonia, República Checa y Hungría. En 2004 es el turno de Eslovenia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania. En 2009 entran Albania y Croacia.

De esta forma, hoy la OTAN cuenta con 28 miembros, 22 de los cuales forman parte también de la UE. Sin embargo, los que no son parte (Chipre, Austria, Finlandia, Irlanda, Malta y Suecia) igualmente están vinculados a través del Programa de Cooperación por la Paz.

En este contexto, desde la disolución de la URSS, Rusia ha sufrido grandes cambios geográficos, políticos, económicos y sociales, unidos a un sentimiento de humillación y pérdida de control de lo que comenzó a ocurrir en sus antiguos estados satélites o repúblicas que luego se independizaron. Esta ampliación del Occidente –tanto de la UE como de la OTAN- ha sido muy mal digerida por Moscú. Especialmente el acercamiento a Georgia y Ucrania, ambas en proceso de ingreso a la OTAN, son muy mal percibidas por Rusia y explican –en parte- la actitud hermética de Putin en estos momentos.

Algunos ya planteaban en 2008 –fecha del ingreso de la petición de adhesión de Ucrania a la OTAN- que el haber avanzado sin una coordinación estrecha con Moscú, constituía un error. A modo de ejemplo, en entrevista a Pierre Lellouche, en su momento Secretario de Estado francés para los Asuntos Europeos, señaló que “Si se refiere a Georgia y Ucrania sí, por supuesto, fue un error. En Georgia hay un consenso sobre la OTAN, pero una situación estratégica inestable, con varios conflictos en la región. El caso de Ucrania es más claro todavía. Es un país en el que no hay ningún consenso sobre la OTAN. En cambio, hay una voluntad de acercarse a Europa. Sobre eso tenemos que trabajar, para multiplicar los lazos con Ucrania y reducir las tensiones con los rusos, evidentes en materia de gas. Tenemos que ser conscientes de los riesgos que corre Europa por su dependencia energética y, con esa perspectiva, formular nuevas relaciones con Rusia, Argelia…”. John Gray, académico de la Escuela de Ciencias de Londres, sostuvo que “Engañado sobre su verdadero lugar en el mundo, Occidente no valora suficientemente los riesgos de intervenir en un exterior próximo de Rusia”. Más recientemente Tatjana Zdanoka, eurodiputada de Letonia, ha señalado que “El enfoque geoestratégico (de la UE) es totalmente erróneo”. Ella estima que el programa de Asociación o Partenariado oriental (mencionado en nuestra columna anterior) fue introducido en 2008 como “un instrumento para erigir un nuevo muro de Berlín, esta vez en la frontera con Rusia, Ucrania, Moldavia y las repúblicas del Cáucaso”.

Lo anterior lo traigo a colación con la finalidad de explicar que lo que está en juego realmente en Ucrania –como lo dijo Timothy Garton Ash– es el futuro de la propia Rusia. Con la muestra de fuerza de Moscú, que no sabemos aún hasta dónde llegará, Putin desea poner un freno a la expansión occidental. Consciente de las ventajas –pero sobre todo de las debilidades– de Occidente y de sus propias fortalezas (como el recurso del gas y su poder militar y nuclear), Putin está marcando el límite a la OTAN y a la UE. Más allá del valor histórico, étnico y estratégico de Crimea (por estar la flota naval rusa en su territorio), Crimea –y de manera más general Ucrania- representa el último eslabón de una cadena de la post Guerra Fría. Si bien Rusia no la va a dejar (es más, creo que llegó para quedarse), falta ver si la cadena se cortará en el río Dniépe, dividiendo definitivamente Ucrania a un costo enorme para todos los actores involucrados.

El enfrentamiento diplomático directo entre Occidente y Rusia, con la siempre presente pero discreta en los pasillos China, hace pensar a algunos en una vuelta a la Guerra Fría. El escenario actual no se corresponde con ese período ni Rusia es la URSS, pero ésta ha logrado retomar fuerza para mantenerse como una potencia que aún tiene voz fuerte en los acontecimientos mundiales y lo está demostrando.

Fuentes

“Les relations internationales de 1815 à nos jours”, Claude Roosens.
“Les relations internationales depuis 1945”, Pascal Boniface.
“La Confrontación ideológica en la Guerra Fría”, Luis Palma Castillo.
“Atlas des relations internationales”, bajo la dirección de Pascal Boniface.

Miembros OTAN
http://www.nato.int/cps/en/natolive/nato_countries.htm

Socios OTAN
http://www.nato.int/cps/en/natolive/51288.htm

Entrevista a Pierre Lellouche, Secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, “Fue un error impulsar la ampliación de la OTAN a Georgia y Ucrania”. Diario El País, 3 sept. 2009 http://elpais.com/diario/2009/09/03/internacional/1251928809_850215.html

Columna de opinión de John Gray, profesor de Pensamiento Europeo en la Escuela de Ciencias Económicas de Londres, “Los riesgos de la ampliación de la OTAN”. Diario El País, 20 sept. 2008. http://elpais.com/diario/2008/09/20/opinion/1221861612_850215.html

Entrevista a Tatjana Zdanoka, eurodiputada (Verde/Alianza libre europea) por Lituania. Europolitics Nº4827, 12 marzo 2014.

Columna de Timothy Garton Ash, profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, “Lo que está en juego en Ucrania”. Diario El País, 22 febrero 2014. http://elpais.com/elpais/2014/02/21/opinion/1393000588_604778.html

OTAN-Georgia
http://www.nato.int/cps/en/natolive/topics_38988.htm

OTAN-Ucrania
http://www.nato.int/cps/en/natolive/topics_37768.htm

*Abogada de la Universidad de Concepción /  Diplomada y Master en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, UC de Lovaina, Bélgica / Curso de Derecho Internacional Público, Academia de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, La Haya, Países Bajos / Profesora de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales e Integración Europea, Universidad de Concepción.