Por @PaulinaAstrozaS*
El 21 de noviembre de 2013 el Gobierno de Ucrania -presidido por Viktor Yanukóvich– anunció su decisión de no firmar el Acuerdo de Asociación que venía negociando desde 2007 con la Unión Europea (UE). En la Cumbre de Vilna, Lituania (celebrada el 28 y 29 del mismo mes) los 28 Estados miembros de la UE tenían agendada la firma de este tratado. Además, a la cita asistirían el resto de los países que pertenecen a la Asociación Oriental (Georgia, Moldavia, Armenia, Bielorrusia y Azerbaiyán), asociación creada en 2008 por iniciativa de Suecia y Polonia.
Luego de la Cumbre celebrada en Praga en 2009 y Varsovia en 2011, la capital lituana iba a ser, por tanto, la sede de la tercera cumbre de la Asociación Oriental y la UE. Finalmente, ante el rechazo de Ucrania, en esta Cumbre solo Georgia y Moldavia suscribieron preacuerdos de asociación con la UE. El primer país además firmó un acuerdo sobre gestión de crisis y Azerbaiyán suscribió otro para la facilitación de visados.
Para comprender el contexto en que se dan las relaciones entre la UE y Ucrania, es necesario explicar que éstas se inscriben en el marco más general de la llamada Política Europea de Vecindad (PEV). Ella tiene por objetivo reforzar las relaciones con los países vecinos del Este y Sur con la finalidad de promover la prosperidad, la estabilidad y la seguridad de sus fronteras. Ella fue establecida en 2004.
Al día de hoy, esta PEV cuenta con 16 socios: Argelia, Armenia, Azerbaiján, Bielorrusia, Egipto, Georgia, Israel, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos, República de Moldavia, los territorios palestinos ocupados, Siria, Túnez y Ucrania.
Según expresa la UE, “La PEV ofrece a la UE los medios para reforzar las relaciones bilaterales con estos países. Esta política se apoya en un compromiso mutuo en favor de valores comunes como la democracia, los derechos humanos, el Estado de Derecho, la buena gobernanza, los principios de la economía de mercado y el desarrollo sostenible”.
Dentro de este marco, la UE y Ucrania celebraron un Acuerdo de Partenariado y Cooperación en vigencia desde 1998. Entre 2007 y 2011 ambas partes negociaron un Acuerdo de Libre Comercio profundizado y completo que fue acordado en 2012. Este acuerdo estaba sometido a condiciones que Ucrania debía cumplir según lo establecido en las conclusiones de Consejo sobre Ucrania de 10 de diciembre de 2012. Dentro de las condiciones, los europeos –en especial Alemania- habían insistido en que Ucrania liberara a la ex Primera Ministra Yulia Timoshenko, adoptara medidas para luchar contra la corrupción y en pro de la transparencia, los derechos humanos, entre otros temas.
Además, la intención de la UE a través de la Asociación Oriental es promover y apoyar reformas democráticas y de economía de mercado. Al mismo tiempo, sus esfuerzos van orientados a mantener la seguridad de la zona amenazada por conflictos energéticos y territoriales, luchar contra la corrupción, combatir la delincuencia organizada y el tráfico de personas, drogas y armas.
Por otra parte, la dependencia del gas ruso que pasa en un 80% por territorio ucraniano es un factor importante en los intereses de la UE en sus relaciones con Ucrania. Un 30% de las importaciones europeas de este recurso provienen de Rusia, teniendo algunos países una dependencia de hasta un 100% como es el caso de Finlandia, Bulgaria, República Checa o los países Bálticos. Las mayores importaciones de gas (en volumen) corresponden a Alemania y Reino Unido. Pese a los esfuerzos que la UE ha realizado para diversificar los suministros o generar alternativas a través de fuentes renovables, esto no ha tenido el efecto esperado y su costo sigue siendo alto. Además, con decisiones como la adoptada por Merkel en Alemania de abandonar la energía nuclear, se complica aun más para Europa este tema y Ucrania (y Rusia) pasan a ser gravitantes en su desarrollo. Los cortes del suministro por parte de Rusia en 2006 y 2009 (por conflictos de precios con Ucrania y sospechas de Rusia que Kiev estaba desviando parte del gas para su propio consumo), ya habían encendido las alarmas en la UE sobre su dependencia al recurso ruso.
FUENTE: www.ria.ru
Ante esta opción estratégica europea de mayor acercamiento al Este y Sur (zona del Cáucaso), Rusia –en especial Vladimir Putin- ha demostrado su fuerte reticencia (más aun si sumamos la expansión de la OTAN en la zona). Este acercamiento del occidente europeo debe comprenderse en el contexto más general de las ampliaciones de la UE luego de la caída del Muro de Berlín y derrumbe del sistema soviético. Primero fue la reunificación alemana y la anexión de los 5 landers o Estados federados de la Ex RDA. Luego la posición frente a la independencia de antiguas repúblicas socialistas soviéticas de Europa Central y Oriental. La decisión de la UE fue de preparar el camino a la adhesión de estos nuevos Estados a través de un proceso de Asociación primero. Fue así como en 2004 diez nuevos Estados se unieron a la UE, siendo la ampliación más amplia y arriesgada del bloque comunitario. Luego, en 2007, Bulgaria y Rumania pasaron a formar parte del bloque occidental. Y Croacia en el año 2013.
*Falta el ingreso de Croacia en julio de 2013. FUENTE: http://heroeenunmundodetitanes.wordpress.com/
Lo anterior permite comprender por qué existe un sector de la población de Ucrania que ve con mejores ojos un acercamiento a la UE. Existe la expectativa en muchos de ellos –exagerada dada la real intención de la UE- de poder algún día, al igual que los bálticos, búlgaros, rumanos, checos o eslovenos, ingresar a la UE. Veían en este Acuerdo de Asociación que Yanukóvich desahució, el camino a la integración. Sin embargo, no se trataba realmente de unirse al bloque sino de aproximarse vía transformaciones estructurales fundamentales a la democracia y a la economía de mercado. Era una tratado de Asociación que implicaba un pilar de libre comercio, otro de cooperación y un tercero de diálogo político pero sin promesa de integración.
Ante la posibilidad que Ucrania celebrara este tratado, Rusia presionó de manera directa a indirecta para que no se llevara a efecto. A través de “la zanahoria y el garrote”, logró que Yanukóvich finalmente diera vuelta la espalda a la UE. En su momento justificó el cambio de posición en el deseo que la UE aclarara las compensaciones que su país obtendría debido a que un tratado de libre comercio con la UE –con las rebajas arancelarias que ello implica y la apertura del mercado a un socio infinitamente mayor- iba a significar pérdidas económicas (además de pérdidas en el mercado ruso, principal comprador de sus productos). Por otra parte, planteó el riesgo de abrir su propio mercado a la invasión de las empresas europeas que son mucho más competitivas que las ucranianas. En definitiva, planteó que la UE debía aumentar los cerca de 660 millones de euros que vía inversiones pretendía el bloque entregar a Ucrania.
Ante este escenario, Rusia amenazó a Yanukóvich dar por terminadas las ventajas arancelarias con las que cuenta Ucrania para exportar sus productos a Rusia. Al mismo tiempo, la amenaza siempre presente de aumentar el precio del gas del cual depende Ucrania o de derechamente cortarlo (“garrote”). Luego Moscú ofreció 15 mil millones de dólares como préstamo y compra de deuda ucraniana y una rebaja del 30% del precio del gas (“zanahoria”). Es por esto que algunos han planteado que en realidad el acercamiento de Yanukóvich a la UE pretendía finalmente “hacer subir el precio” que Rusia estaba dispuesta a pagar por su lealtad al vecino oriental. Cabe destacar que la situación financiera y económica de Ucrania es desastrosa, lo que, unido a la corrupción y nefasta colusión entre poder y dinero, tienen al país al borde de la quiebra. De esa promesa, dada las consecuencias de las manifestaciones, Rusia solo desembolsó 3 mil millones, amenazando ahora incluso la empresa petrolera Gazprom de cortar el suministro de gas.
Los acontecimientos derivados del rechazo a firmar el acuerdo con la UE han sido de tal magnitud, tan rápidos y vertiginosos que ningún especialista previó el actual escenario en que se encuentra la crisis que tiene en alta tensión las relaciones entre Rusia y las potencias occidentales. La decisión de Putin de actuar ante el derrocamiento del gobierno pro ruso de Yanukóvich y el establecimiento de un gobierno interino apoyado por Occidente se entiende en su visión del lugar que cree que Rusia debe ocupar en el mundo. No se resigna aun a la pérdida de poder de la Ex URSS y espera mantener un área de influencia que Occidente amenaza de invadir ya sea mediante el soft power o el hard power endulcorizado de la OTAN.
Putin no desea por ningún motivo perder el control y la influencia en Ucrania, el segundo país más grande de Europa después de la propia Rusia. Razones geopolíticas, económicas, estratégicas, históricas y étnicas lo explican además de un factor que en Relaciones Internacionales no es menor, más aun en aquellos que guardan ciertos resabios de la Guerra Fría: el prestigio. Crimea representa eso y Putin no la dejará partir, al costo que sea. ¿Cuánto podrá hacer Occidente en este escenario? Eso, es lo que estamos en estos momentos observando pero que no siempre alcanzamos a comprender en su justa dimensión.
Fuentes:
http://www.eeas.europa.eu/enp/index_fr.htm
http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_Data/docs/pressdata/EN/foraff/134136.pdf
Asociación Oriental lanzada en 2009: http://www.eeas.europa.eu/eastern/docs/eap_vilnius_ppt_201113_en.pdf
*Abogada de la Universidad de Concepción / Diplomada y Master en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, UC de Lovaina, Bélgica / Curso de Derecho Internacional Público, Academia de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, La Haya, Países Bajos / Profesora de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales e Integración Europea, Universidad de Concepción.