Nacido en 1918 en Umtata, Transkei, Mandela renunció a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu xosa y se hizo abogado en 1942. Dos años después, ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión racial. Su ideología era un socialismo africano: nacionalista, antirracista y antiimperialista.
En 1948, llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Inspirado en Ghandi, el ANC propugnaba métodos de lucha no violentos y la Liga de la Juventud, presidida por Mandela, organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.
Mandela fue detenido y liberado en varias ocasiones pero fue en 1964 cuando fue condenado a cadena perpetua tras una gira por diversos países en los que hacía propaganda de la causa sudafricana. Su lucha lo convirtió en un héroe de los Derechos Humanos.
En 1984 el gobierno intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes, “territorios independientes”, donde se segregaban a los negros; Mandela rechazó el ofrecimiento.
Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, liberó a Mandela en 1990, tras 27 años de reclusión, y lo convirtió interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Mandela fue el primer presidente negro de Sudáfrica, de 1994 a 1999. Tras su triunfo fueron célebres sus palabras:”Nunca más sucederá que esta hermosa tierra experimente la opresión del uno sobre el otro”.
Su última participación en público fue en 2010, en el Mundial de Fútbol organizado por su país. Desde entonces, las ocasiones de verlo estuvieron reservadas a sus allegados, aunque en distintas oportunidades se acercó a saludar a sus seguidores que hacían vigilia en las clínicas donde estuvo internado.