Cada vez que surge en la región alguna urgencia en materia energética, asoma como opción la integración regional y todos están de acuerdo. Pero a pesar de los intentos -ya van tres estudios serios al respecto- esto todavía no se concreta. Y, para peor, ni siquiera está cerca de ocurrir.
En Europa, la primera línea de transmisión que conectó dos países (Dinamarca y Suecia) se inauguró en 1915, es decir, hace 98 años. Tras eso, se configuró una red que une prácticamente a todo el continente.
Las premisas sobre la que se sustenta esta red son: mejorar la seguridad de suministro, aumentar la calidad y confiabilidad de la energía, elevar el tamaño del sistema y promover la competencia.
Así, la red ha seguido operando incluso en tiempos de guerra, aislando el factor geopolítico que ha sido apuntado en varias ocasiones como la razón que impide que Sudamérica pueda desarrollar un real anillo energético.
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