Este jueves por la mañana, el pontífice visitará la pequeña favela de Varginha, uno de los muchos barrios pobres de Río, azotados por la marginalidad social, la violencia y el narcotráfico.
Con su visita, el papa busca vencer esa “globalización de la indiferencia”, que insensibiliza a la sociedad y a sus líderes ante el sufrimiento ajeno, como lo admitió la propia presidente del Brasil, Dilma Rousseff.
Con alrededor de 2.000 habitantes, Varginha es una de las favelas más pequeñas de Río. Está rodeada por dos cursos de aguas servidas y por una carretera muy transitada. El Papa visitará la capilla, cuyo altar bendecirá, y luego recorrerá un kilómetro a pie hasta un campito de fútbol en donde hablará a la comunidad. También visitará algunas casas.
Amara, una de las vecinas elegidas, sólo tendrá café para ofrecerle al Papa, pero a los periodistas que ya invadieron la favela les dijo: “Quiero decirle ‘te amo’ al papa Francisco”. En las paredes de su casa está colgado el retrato del Santo Padre junto a la réplica de la imagen de Nuestra Señora de Aparecida, patrona del Brasil.
Visitar una favela fue un pedido expreso de Francisco, algo que hubo que incluir en la agenda de su semana en Río de Janeiro, junto con la misa en Aparecida y el encuentro con la comunidad del hospital San Francisco de Asis.