Un primer equipo lejos de la política
En 2005, la entonces candidata presidencial Michelle Bachelet tenía un sello distintivo en su campaña: desconfiaba de la política tradicional, por lo que con su posicionamiento también se instalaron nuevos rostros poco fogueados en la primera línea política. Un ejemplo es su mano derecha, la periodista María Angélica Álvarez, la “Jupi”. En marzo de 2000 asumió como jefa de comunicaciones de la recién designada ministra de Salud, Michelle Bachelet. No obstante, ambas habían trabajado en esa cartera desde hace años. Aunque no tenía visibilidad pública, la “Jupi” era la persona más cercana y de mayor influencia sobre Bachelet. Otro de los integrantes de círculo inmediato era Juan Carvajal, quien después pasaría a ser encargado de comunicaciones del gobierno. Ambos militaban en la JPS y tras el golpe militar se encontraron en Alemania Oriental. El plus de Carvajal era que fue asesor del director de la Secom en el gobierno de Eduardo Frei, Pablo Halpern, antes de colaborar con Bachelet cuando pasó a ser ministra de Salud.
Otros jóvenes asesores tomaron notoriedad en este tiempo fueron Francisco Díaz y Andrés Velasco. El primero, llegó de la mano de Ricardo Solari -de quien fue jefe de gabinete- y se metió de lleno a trabajar en los contenidos de campaña y en la elaboración de los discursos. Velasco, por su parte, fue asesor económico. También llegó al comando el joven ingeniero PPD Rodrigo Peñailillo. Su buena gestión hizo que se ganara la confianza de Bachelet, quien al asumir en La Moneda lo designó como su jefe de gabinete.
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