Cuando los ministros de finanzas del euro rompieron sus promesas de que los depósitos de menos de €100 mil en bancos de la eurozona estaban a salvo, al anunciar el inédito impuesto en Chipre el fin de semana, se desató el caos. La medida, que habría tomado forma en Berlín, reduciría el total del rescate para evitar la bancarrota de la isla en €7.000 millones, pero causó inquietud en los mercados por lo que vendrá, con las bolsas y el euro desplomándose.
Chipre es una economía pequeña, que representa 0,2% del PIB europeo, pero cuyo sector bancario representa entre 8 y 9 veces su PIB, según cálculos de economistas. Por estas características, muchos defensores del impuesto han salido a reafirmar que se trata de un caso excepcional.
Sin embargo, los críticos subrayan que en Europa se están multiplicando los casos excepcionales, como ya pasó con Grecia y también con Irlanda.
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