Mientras en el mundo desarrollado el consumo eléctrico supera los 8.281 kWh por habitante en promedio (considerando países integrantes de la OCDE), en Chile no alcanza a los 3.300 kWh. La brecha aumenta al compararse, por ejemplo, con países del nivel de actividad de Estados Unidos, en el que cada habitante consume 13.393 kWh, más de cuatro veces al compararse con Chile.
Es decir, a medida de que Chile siga creciendo, va a a ir requiriendo cada vez más energía. Se trata de un insumo clave que, en nuestro país, es importado casi en el 100%, principalmente mediante combustibles fósiles.
El hecho de que el país no posea recursos propios, más allá de los renovables (agua, sol o viento) eleva sustancialmente los costos, lo que le resta competitividad a las empresas locales.
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