En 2007, las mineras integrantes del llamado G4 (el grupo de las cuatro mineras más grandes del SING: Codelco, BHP Billiton, Collahuasi y Freeport) accedieron a financiar una especie de salvataje que permitió a la generadora Gas Atacama seguir operando, pese a la obligación de tener que cumplir con un contrato de abastecimiento con Emel (hoy del grupo CGE), firmado a precios de gas argentino, en circunstancias que el recurso ya se había agotado.
La razón por la que las mineras accedieron a realizar este millonario salvataje fueron dos: no querían exponerse a la eventualidad de quedarse sin energía para operar y, además, consideraban imprescindible aprovechar al máximo el boom de precios del metal, que por entonces llevaba apenas dos años y que se creía duraría a lo sumo, uno o dos años más.
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