No está de acuerdo con el cierre de la planta de Agrosuper; tampoco comparte cómo ha manejado el conflicto el gobierno, las autoridades políticas de la zona ni la propia comunidad. Entre su recargada agenda internacional -ha viajado por un día a México, dos a Bruselas y ahora se fue por el fin de semana a EEUU a una reunión del Club de Madrid- no quiere dejar de intervenir en el debate, porque para él aquí hay un tema de fondo.
“Tengo la sensación que frente al deseo de poder decir cosas rimbombantes, a veces perdemos el objetivo central, que es cómo tenemos una sociedad donde es posible hacer inversiones para crear fuentes de trabajo con respeto a las otras normativas como es la ambiental en este caso”, afirma luego de haberse tomado unos días para estudiar en detalle qué condiciones tenía que cumplir la planta de cerdos para su aprobación, que se dio bajo su gobierno.
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