Doha sólo cumplió con las expectativas y lo que se esperaba que ocurriera ahí, en la COP18 o Cumbre de cambio climático, era mínimo. Una renovación del protocolo de Kyoto, que hoy se reduce a los países que emiten sólo el 15% del CO2 del mundo, y, negociar las bases de un nuevo acuerdo vinculante de reducción de emisiones que recién vería la luz en 2015, para entrar en vigencia en 2020.
Se le pedía poco y dio lo justo. Así fue Doha a la luz delo que reportó la prensa internacional y del propio relato de una de las negociadoras chilenas en el encuentro, Andrea Rudnik, jefa de Cambio Climático del ministerio de medio ambiente.
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