“Soltera otra vez” es un fenómeno de audiencia. No sólo porque es una divertida comedia romántica, sino porque fue hecha a la medida de lo que son los chilenos hoy. Para saberlo, tal como explica su director Herval Abreu, entrevistaron a muchas personas, de distintas clases sociales y procedencias, y vieron que en sus relatos había un denominador común: la necesidad de sentir que sus vidas, con todos sus bemoles, podía verse reflejadas en la pantalla. De ahí el parecido que cada uno de los personajes tiene con alguien que probablemente usted se ha cruzado en la vida, en el trabajo e incluso en su propia casa.
La teleserie muestra a un tipo de chileno que los estudios sociológicos y de marketing también están configurando. Lo dijo la encuesta Casen y ahora lo confirman el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), que se entregó ayer, y el último estudio Chilescopio que se acaba de dar a conocer: los chilenos están mayoritariamente satisfechos con sus vidas. Básicamente porque por la vía del consumo han logrado acceder a nuevas experiencias de vida, más confort y más goce, justificado para muchos por el sacrificio que hacen a diario trabajando.
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