Los pronósticos de lluvias en el sector eléctrico para este año no eran alentadores, previéndose otro año más de dominio del fenómeno de “El Niño”, con sequías prolongadas y, por consecuencia, escasa participación de la hidroelectricidad en la matriz, alto uso de diésel y costos disparados.
El riesgo mayor, no obstante, estaba dado porque se acumularían tres años consecutivos de sequía, lo que encendía un poco más que sólo la alerta amarilla.
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