Fue un 29 de abril de 1905 que la empresa norteamericana Braden Copper Company se instaló en Chile para trabajar la mina el Teniente. Al frente de la ciudad de Rancagua, en la ladera del Cerro Negro, en la Cordillera de los Andes y a más de 2.100 metros de altura, nació el pueblo minero, Sewell.
Lo que comenzó como un campamento, se convirtió en una ciudad con más de 100 edificios multicolores, ferrocarril, compañía de bomberos, gimnasio, cine que exhibía películas antes que en Santiago y un hospital que por mucho tiempo fue el más moderno de Latinoamérica, entre otras cosas.
Una ciudad con peculiaridades internas, que además de nacer como necesidad, tenía educación y salud gratis, vivían en ley seca y la gente estaba muy segregada entre solteros y casados, chilenos y norteamericanos.
En 1945 Sewell vivió la tragedia más grande en la historia de la minería chilena, conocida como “la muerte negra” donde murieron 355 trabajadores asfixiados al inhalar monóxido de carbono producto de un incendio en una fragua de uno de los portales de acceso a la mina.
A comienzos de los 60 Sewell albergaba a más de 15 mil personas, pero en 1967, cuando comenzó la chilenización del cobre, el gobierno compró gran parte de Braden Copper Company, lo que significó que muchos habitantes de Sewell fueran trasladados a Rancagua. A la larga, esto provocó que Sewell fuera quedando despoblada, situación que se acentuó en 1976 cuando el ferrocarril dejó de funcionar.
En 1998 Sewell fue declarado monumento nacional y en julio del 2006 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad.
Sewell se puede visitar con empresas turísticas que realizan visitas a esta ciudad, que aunque deshabitada, sigue siendo un espacio vivo y aún mantiene oficinas de minería y traslado de materiales.
Aquí las fotografías de Andrés Jorquera de Sewell con quien redescubrimos la ciudad minera:
Fotos de Andrés Jorquera @jprandres